sábado, julio 22, 2006

Desde la piedra infeliz...


Me llamó poderosamente la atención un escrito que aparecía en la llamada “Piedra Feliz”. Todo esto en la quinta región. Había sido firmado por un tal Pedro Martínez o mal conocido como “El Suicida de la Piedra Feliz”.

Decía: “Ella tiene buenos recuerdos para tragarse las tardes lluviosas. Yo prefiero tirarme al mar, para sacármela de la cabeza...”. Y allí acabó todo.

De regreso a casa esperaba encontrarme con alguna esperanza, con algún perro vago o simplemente con un par de lanzas de poca monta para hacer más atractivo el trayecto. Pero no ocurrió nada.

Solamente caminábamos en esa fría tarde de invierno por el parque Bustamante, mi chaqueta de cuero, mis bolsillos sin dinero, mi adolescencia olvidada, luces de esta ciudad llena de luces, olores a fresas o herraduras, mi mala fortuna y yo.

Ahora que estamos empezando con un final y las lágrimas se apagaron de mis ojos, me doy cuenta que lo importante se encontraba en alguna parte de mi habitación. Así lo decía el texto de Quevedos.

Yo no era ese guapo e insoportable hombre de las comunicaciones que no se jacta de haber hecho muchas cosas. Al carnaval de un nuevo comienzo no asistí. Y preferí pagar por un amor más fácil. Esos amores que se degustan y después se desechan. Como la goma de mascar más dulce del negocio, como aquellas papas fritas artesanales o millones de confites con sabor a fresas, sandia, o tutti fruti.

Me perseguían esas desagradables manifestaciones de mis neuronas en todo momento. No me dejaban tranquilo y me reclamaban por no dar ese último beso y emprender la retirada de ese corazón jurista. Javiera nunca más volvió a llamar. Esa fue su señal o como a ella le gustaba decir: “lo que queda”.

Porque me doy cuenta de que ya no recuerdo tus palabras cuando nos sentamos a comunicarnos. Porque cada herida aún no cicatriza y yo mismo soy el insano que abre otra.

Mi amigo Periodista tenía razón cuando llegó a mi casa después de la cita con la muerte y me dijo: “Los hombres como tú, no sirven para nada. Los amigos como tú no son mis amigos...”.

Después de que las flores se han marchitado, mis orejas ya no soportaron el frío de la noche de esta ciudad iluminada y mis piernas decidieron no dar ni un paso más. Ayer caminaba sin rumbo fijo, después de las cervezas con el club de Tobi. Llegué a mi casa con aquella imagen que me regalaron el día anterior. El teatro estaba cerrado y no quería ver ni una película más.

Reconozco que ya me lancé al mar, para olvidarme de esas tardes lluviosas y sacarte de mi cabeza...

4 comentarios:

Partituras Inconclusas dijo...

La historia de Martínez es verdadera.

ÉL acabo con su vida por culpa de una mujer.

Actualmente en la zona es recordado como un tipo amistoso, afable, correcto, romantico y honesto.

Señor Martínez, nos vemos luego...

Lilo dijo...

Me avisas... y me esperas allá.
"chau, chau, mundo cruel
es el mundo que se aleja de mi
me voy para que,
se me hace insoportable vivir...
Mi voz se esfumo
tengo sueño y ya no siento mis pies
cante mil canciones de amor
y ahora no me puedo mover...
Estoy bien, estoy feliz
Tengo miedo, San Telmo, sin ti...
Chau, chau, mundo cruel
el tiempo no parece pasar
Me voy para que
no tengo a nadie
a quien esperar..."

De "139 lexatins", gran himno a la desesperación y la paz de la muerte, de Fito.
O talvez...
"Excepto las de la imaginación,
Había perdido todas las batallas.
Un domingo sin futbol nos contó
vencido, que tiraba la toalla,
Y nadie lo creyo...
Pero esta vez no iba de farol,
al día siguiente se afano una cuerda,
y en lugar de rezar una oración
Mando el mundo a la mierda
Y de un palo, borracho se colgó"
Flores en su entierro.¿Cúantas batallas más, deberemos perder?

Anónimo dijo...

Hola.

Te pudo decir que yo conocí a Pedro Martinez. y la historia es realemnte coo tu la retratas.

Permite ofrecerte mis sinceroas agradecimientos, porque cre que la figura de este hombre que se mató por Amor, a sido vilipendiada en esta zona de la quinta región.

Honestamente dejame felicitarte por tus textos ya que son un aterapia para el alma.

Anónimo dijo...

Qu texto más conmovedor...