domingo, septiembre 24, 2006

Cortando y pegando versos...


Mi amigo Martín me contaba su actual desilusión acompañado con una botella de cruel menta. Su cara desencajada por la incertidumbre de su pasar, me conmovió como nunca lo había hecho.

Roto y desecho salió de su casa para recordar a su amada “negra”, como él le decía en la intimidad de sus palabras y en la alcoba desordenada de aquella calle con olor a primavera.

Al sentarnos en la misma mesa, mi gesto grosero y poco solidario fue lo último que hice pensando en mí. Prendí la grabadora y la escondí indiferentemente tras mis ropajes.

- Hoy, algo en mi pecho se rompe cruelmente. Mi sonrisa tímida rememora un rostro que no volví a ver más. Porque dejé de ser ese de antaño que miraba la vida con matices, sabores y el sol le lucía cual rojizo intenso”.

Y prosigue. “Ya no existo en esta hermosa faja de tierra llena de hombres enterrados por su ideología. Las metáforas y los retruécanos me han dejado parado en la esquina camino a mi hogar”.

- Dejé de cantar y seguir experimentando con caminar hacia ese horizonte plagado de malos sueños, mentiras, caricias al discutir y sopas de amargas cebollas.

La princesa no quiere aparecer en sus sueños y, se conforma con la incalculable adición de un sexo casual. Hecho y predispuesto para lograr el olvido. Para sepultar las sensaciones y los recuerdos de esas piernas largas y modeladas.

- Siempre imaginé que las mujeres eran más bonitas que una poesía de Benedetti o del Neftalí. Perennemente divagué que eran más profundas que el Océano Pacifico. Creí que me contaban una inusitada fábula en que por primera vez era el protagonista de la historia de los Capuletos y los Montescos... o de los Sobrazo y los González, un escalofrió se apodera de mi espalda. No hago más que tomar mi vaso y saborear uno de aquellos sabores.

Con la mirada abajo del vaso me comenta: “Nunca fui el principal actor de su novela. No aprendí el libreto y olvidé el último de los párrafos escritos. Habitualmente me desplomo y me lastiman los garrotazos del borde de su navaja, remarca.

- Pero al final de esta naciente cruel exposición de corazones que se desconocen, aparecen millones de textos expuestos. Me he trasformado en una víctima de las circunstancias; una suerte de amigo que dejó de hablar de política y se conformó con saber de animales, plantas y ficción.

La luna se burla de Martín cuando deambula por las calles con olor a azufre quemado. Las panaderías dejaron de producirle ese vital alimento y, su hambre se disgustó una vez más con su deteriorado estomago.

Litros de esperanzas aparecieron, cuando camino a lo desconocido apareció llena de caricias. La labor de sus manos fue lo que rescató el preciso momento en que se celebraba una fecha memorable. La de las navajas afiladas.

La de los amores llenos de versos. Tus versos que por primera vez, no fueron duplica de los de el. No fueron repetición de los míos.

Ahora puedo escribir que se te ha visto acorralada a una injusta misiva que recorre tus pensamientos como el sabor del maní crocante de la esquina. Está en mis manos el borrarte para siempre de todo lo exagerado que nos hicimos sentir.

Y me dice, con los ojos cristalizados por el alcohol consumido, mezclado también con lágrimas:

- ¿Porque somos tan distintos? Ella era la princesa de una familia que no tiene necesidades al momento de quererse. Y yo, trato que la mía no me quiera tanto, poniéndome una cara de incredulidad jamás vista.

- La vida tiene puesto los ojos en nuestro distanciado futuro. En el se asoman caminos diferentes. Con historias opacadas por las veces en que nos hemos regalado un amor incompleto; caricias de mentiras o millones de versos copiados por otros.

- Sabes algo amigo Renato. Yo he copiado millones de versos tuyos, me confiesa al prender ese cigarro de mala calidad que tanto le gusta.

Después de esa exposición de amor, llego a mi hogar con una rara sensación. Inscribo el imaginario con más colores y me preocupan mis propias carencias y las eutanasias de mis amores.

Ya no es necesario el tratar de caminar de la mano por aquel parque cercano a tu refugio, mintiéndonos como una pareja de felices enamorados, para después ir al supermercado y querer fingir que soy tu hombre y tú mi mujer.

Aquellos celos desmedidos en los que nos hemos visto envueltos han sido nuestro mejor aliado; somos la respuesta a un amor de mentiras llenos de versos copiados.

... Al terminar este relato, suena mi celular. Es mi amigo Martín quién reclama otra cerveza.

domingo, septiembre 17, 2006

Las mujeres cuando florecen...


Para Pirkinka, mi nueva amiga madre.

Cuando las navajas hacían estragos en mi cuello y mis neuronas no paraban de reclamarme por los sueños desafinados que he tenido, creo en la necesidad de contar que he sido víctima de la más hermosa de las circunstancias. De una noticia potente.

Digo esto, porque aprendí hace unos días que es muy raro mirar a los ojos a una mujer y saber inmediatamente que está acompañada.

Y no es una nueva declaración de desamor de las que estoy tan familiarizado. Sino que todo lo contrario. Asimismo soy honesto al decir que la maravilla de la vida, nuevamente nos sorprende...con la maternidad.

Tus ojos han cambiado; han mutado. Ahora veo en ti mucha historia que comenzará a pasar tan rápido como nuestras vidas.

Las madres han venido a perdonar al mundo. Y tú mundo será lo que necesite ese muchacho(a) que aún no conocemos. Él (o ella) recién se está formando en tu desocupado vientre.

Crecen sus extremidades como la nostalgia en mis palabras; como los lirismos de un poeta llamado amigo o como el bicho que la entomología aún no descubre.

Cada retoño que viene a endulzarnos la vida, es una prueba de fuego; un entendimiento al libro de Quevedo o simplemente lo indispensable para seguir viviendo. Con un ropaje que traerá millones de cosas nuevas. Muchas experiencias y también dolores neurálgicos.

Sé que tarde o temprano la maternidad les toca a todas y, es allí cuando ustedes, las mujeres florecen.

Un poema de alguno de aquellos que no se atreve a decir lo que quieren expresar, decía que las madres miran hacia el norte y también miran hacia el sur. Ellas cándidamente miran hacia todos los puntos del viejo horizonte.

Y no están exentas al sufrimiento, sabiendo que el mundo les tiene deparada millones de fotografías de sus hijos.

Al escribir este momento, cual andrajoso le escribe a los sueños, he sido inmolado nuevamente por mis desvelos y me he fatigado al llorar pensando en ellas. Al herir la piedra con mis cóleras porque sé que en cada piedra y en cada tos convulsionada existe un pequeño átomo creciente.

En cada puesto del paisaje, sus atisbos ensortijan la orientación terrenal. Y las madres están allí donde estuviste, pensando en vuestra inevitable muerte.

Las mujeres madres florecen...como los sueños en cada noche, como las pestañas durmientes.

martes, septiembre 12, 2006

Un viaje sin boletos...



El viernes me hablaron de un tren y de una señorita que partió esperando algo. No supe bien, si ese pasaje comprado en la estación de añosas maquinas ferroviarias, tenía fecha de retorno. No alcancé a dimensionar que era lo que había realmente perdido; dejado extraviado; condenado al olvido o tal vez, nunca tenido. Quizás no me quise dar cuenta...

También mencionaron la metáfora que dice que necesitaban de mi cariño al cien por ciento, para querer al original en un doscientos. Necesitaban demostrarse que el verdadero amado es un tipo de vida sana y ordenada. Con el tiempo me confesaron que aquel hombre es Licenciado en Música.

Al tocar ambos el bajo, pude desembolsar mis besos que se expresan en un par de dedos que digitan los acordes de ese instrumento. Ambos muchachos queríamos ganarle al otro... y me dejé vencer una vez más, para regocijo de esa princesa con cara de bella esperanza.

Sigo pensando que la mirada honesta nunca la recibió de mi parte y los miedos fueron más potentes que los propios temores a un nuevo fracaso o una mentira con olor a entierro. La vida se encargará de mostrarme aquellos errores y me hará partido en la mesa de ajedrez con la princesa descubierta.

Pero la existencia, ineludiblemente me acompaña tras una mesa llena de botellas vacías y risas burlonas. Mi eco me responde, cuando le llamo y, le comento, que esa despedida a las 5:00 de la tarde era para muchos una muestra más en que con Eros y la poesía no se juega.

Y mis pasos nerviosos me siguen a todos lados. Mis disconformes versos son la prueba más ineludible que ya no es hora de mirar para atrás y que hay que comenzar nuevamente la noche que termina.

Y mis aliados pasajeros seguirán brindando por las partidas y las despedidas que no son de ellos. Mis amigos del norte verán en mí, a un hombre cansado y desolado por perder lo que jamás tuvo. Por tratar de alcanzar un planeta que llora por el amor que se repite en cada paso y en cada momento.

Cada día la banda sonora que elegí para recordar aquellas miradas enamoradas se apaga y le da pasos a los silencios nefastos que se escuchan en el cielo y el averno. La mirada desordenada por alcohol, es mi única forma expresiva. Debo confesar que estoy cansado.

Las luciérnagas apagan su brillo como se apagó el mío propio, y le dan paso a una nube negra que se comunica en un idioma que desconozco. De más está decir, que los relámpagos los escucho al lado derecho del hemisferio cerebral; porque el izquierdo está muerto.

Mi teléfono no ha parado de sonar desde que emprendí aquella huida silenciosa y a pie. La calle Vicuña Mackenna conoce bien de mis pasos. Como la conocieron muchos de los jóvenes combatientes que fueron emboscados en la época más desgraciada de este país.

La esquina de Diagonal Paraguay, el lunes me mostró la realidad. Una sonrisa y muchas palabras al viento, después de aquella visita histórica, fueron lo que necesitaba para entender que ese pasaje del tren, lo boté después de cómpralo y, ya no lo necesito.

sábado, septiembre 09, 2006

Felipe...

He pilotado sin rumbo, solo y sin saberlo;
Marchitando al tiempo con mis desplantes y sonidos,
He resistido el vértigo de la muerte,
En cada lágrima de mis noches...

Pero,
Hoy, abrí los ojos,
Y me he dado cuenta,
Que contigo la soledad; vislumbra desde lejos,
Y es felicidad eterna.

He inmolado al amor, para renegar de su existencia,
He denigrado a mi suerte,
Ella, siempre que me ha traicionado,

Pero con tu presencia hermano mío,
Hasta el mismo averno es afecto,
Y mis noches sabor a melancolía.

Quédate una noche más, al lado de mi cama,
No me veas llorar por las desgracias,
Ni los ángeles con olor a delicadezas.

Sonríeme, como tú sabes hacerlo,
Que pronto he de marcharme,
A un oscuro lugar desabitado,

Para guiar tus pasos,
Como no han sido los míos.

martes, septiembre 05, 2006

Relato de un Subconciente...


"Los verdaderos héroes son los cobardes que se atreven..."

Ayer me contaron una historia que me cautivo profundamente. Y no tiene relación cono lo dicho por este muchacho de mirar cancino y deslenguada inteligencia. Sino que es una muestra más que el periodismo es el mejor oficio del mundo, porque saca del interior de las personas algo que no lo puede hacer ni el mejor cirujano...

“ ... No se como empezar a relatar esto... pero bastará con decir que caí como muchos otros han caído en lo que se conoce simplemente como "Amor", o quizás deba argumentar que me dejé envolver por los encantos de una bella mujer...”

Quizás no tengo una manera clara y precisa de expresar mis sentimientos, o de poder saber que pasó. De un minuto a otro, ella que estaba ante mis ojos, desaparecía y se convertía en un simple objeto de engaño que me utilizó, o que se yo.

Mi historia casi se termina con un final abrupto. Aún no logró entender que pasó. La gente me mira como un pobre sujeto, sin saber que maldita sea pasa por mi mente.

Sigo pensando en como relatar esto, pero se me hace muy difícil. Difícil porque en esta historia, el concepto de “ideas claras”; no existe.

Creo que lo único que tengo claro es mi intención de poder encontrar alguna persona que me ayude a entender, que mierda significa enamorarse. Quizás la palabra enamorarse no es la correcta, pero es la única que se me ocurre ahora. La cerveza me impide pensar más allá de lo que yo quisiera...

Saber que estas con ese pobre triste infeliz, no sé si me da más risa o rabia... el asunto es sencillo, el amor se desgastó, se acabó, y nadie lo podrá arreglar... esto no es un juguete como tu crees... Yo no soy ese pobre huevón que te querrá ni te escuchará siempre... simplemente porque no se me da la puta gana... que fácil sería decir eso verdad?

El asunto es, si sentado en estos fríos y helados asientos, podré encontrar la forma de escapar de ti... porque si realmente me quisieras... no estaría aquí... porque no habría matado el amor... porque no te habría intentado sacar de mi mente. Decidiste quedarte con lo fome, lo típico, no se si porque alguien te lo dijo o que se yo, y te perdiste una vida llena de aventuras, de cosas atípicas... ¿Por qué me obligaste a matarte... porque te gustan las cosas por el camino difícil?

Es fácil echarme la culpa de tus penurias... El tren se va... te queda poco para llegar... si eres inteligente, decidirás estar con lo quieras y no con lo que te convenga...
Te quedan 5 minutos...

Después de este relato, mi amigo tomó el bus de regreso a su casa. Después de este relato, mi amigo se convirtió en más que eso...

domingo, septiembre 03, 2006

Carta a Elizabeth y Renato...

Dedicado a mis Padres, que me lo han dado todo... y jamás me lo cobrarán.

Viejos: el día que los vea mayores y ya no sea yo, tendré paciencia e intentaré entenderlos, porque y quizás cuando los advierta comer, se ensucien; cuando vea que ya no pueden vestirse con la pericia de antaño tendré paciencia, porque recordaré las horas que pasaron enseñándomelo.

Si hablando con ustedes me repiten las mismas cosas, no los interrumpiré y solamente les escucharé. Recuerdo que de pequeño, a la hora de dormir, me tuvieron que leer El Principito mil veces hasta dormir.

No me avergonzaré cuando no quieran ducharse, ni les bregaré por aquello, porque memorio no haber sido el niño más limpio del salón y que ustedes, debieron corretearme muchas veces para ducharme.

Cuando vea vuestra ignorancia sobre las nuevas tecnologías, prometo darme mucho tiempo para contarles y explicarles para que sirve cada botón. Fueron ustedes que me explicaron tantas cosas... Comer bien, vestirme o atarmeme los zapatos. Ustedes me enseñaron como afrontar la vida. Muchas cosas son producto del esfuerzo y la perseverancia de los dos.

Cuando la memoria les sea frágil o el hilo de nuestra conversación no sea fluido, les daré el tiempo necesario para recordar. Y si no pueden hacerlo, entenderé que lo importante no era la plática sino que el estar con ambos.

Si les falla el apetito, será producto del cansancio; nada más que eso.

Cuando recorriendo nuestras calles y sus piernas cansadas no les dejen caminar, prometo extender mi mano de la misma manera en que lo hicieron cuando di aquellos primeros torpes pasos. Y si me confiesan que ya no quieren vivir, prometo no replicar nada. Quizás, algún día entenderé que no tiene nada que ver contigo, ni con tu amor, ni con el mío.

Sabré que a vuestra edad ya no se vive, sino que se sobrevive.

Algún día descubrirán que, pese a mis errores, siempre quise lo mejor para ambos y que mi única lucha fue intentar preparar el camino que ustedes debían recorrer.

Será difícil no sentirse triste, enfadado o impotente por verlos de esa manera. Juro ante un Dios que no me quiere, el estar a su lado, así como lo hicieron cuando empecé a sobrevivir.

Ahora me toca a mí acompañar a mi padre en su nuevo trabajo y hacer la fuerza que él haría; ser el compañero de mi madre en lo que me pida. Ayudarles a acabar el camino, con amor y paciencia.

No espero que me paguen con una sonrisa y con el inmenso amor que siempre he sentido... ese trabajo es mío.

viernes, septiembre 01, 2006

Ella y El: una despedida necesaria...


Dedicado a mi prima y su amigo.

Pues Bien, después de la última vez que caí herida a sus pies, le pedí por sensatez y por su inestabilidad que desapareciera; que no lo quisiera más en mi vida. Aunque debo confesar que yo lo quiero mucho.

Luego de mucha espera, desapareció por primera vez, tal como se lo pedí. Tras mucho tiempo de esperar, hace poco no se si con intención o no, un mail con un mensaje para un amigo de ambos, me decía que iba a renunciar a la labor de quererme. Era una suerte de algo pendiente entre ellos, aunque ya no importaba porque yo, había mandado todo a la mierda.

Así que me agarré de una fuerza de chica súper poderosa y empecé a llamarlo para saber que le había pasado. Mi cariño por él siempre ha sido más grande de lo que he querido, pero no me contestó.

Más de una semana insistiendo aunque fuera por cansancio, creí conocerlo muy Bien y saber que en realidad no nos íbamos a perder.

El viernes me contestó y me dijo que el no contestarme era por que yo le había pedido desaparecer y que sí se iba al norte. Me comento entre sollozos que yo era mala y que ni siquiera había sido buena amiga

Me dijo que mi maldita costumbre de asumir cosas sin escucharlo lo había cansado. Me dejo muy mal y con la angustia de pensar quien era más imbecil.

La cuestión era distinguir de donde provenía el problema. Si era yo y mis decisiones o el y sus actitudes. Entonces seguí tratando de acercarme y maravillada me sentí cuando hoy lo volví a llamar por que hoy iba a renunciar y me contestó.

Estaba en la oficina esperando para entrar a presentar su renuncia para no seguir queriéndome. Sentí el miedo de perderlo como algo real. Pero a el nada de lo que le dije logró conmoverlo.

Me pidió que lo llamara después por que debía entrar a dejar su última reseña de nuestro amor a la oficina de desamores. Cuando volví a llamarlo estaba apagado su celular, entonces
Decidí en una loca actitud de vida, alejarme.

Hasta el día de hoy, mi amor no ha vuelto a llamar. Su correo ya no recibe mis correos. Su conversación en esa plaza santiaguina fue el legado que me dejó este hombre que se cansó de ser hombre, por una mala mujer que lo privó de cariño.

Hace una semana recibí un mensaje en mi contestadora. La Julia, su hermana me contaba que Andrés le pidió que me ubicara.

Ayer nos juntamos. Le lleve un ramo de flores; nos miramos y nos besamos. Fue un beso tras el mármol.