sábado, agosto 18, 2007

Desde la ánfora


Mi madre llora. Mi padre es cruel. Mis amigos vuelven a generar esa rara sensación de felicidad. Hubo mucho alcohol.

La mente desaparece y le da paso al cansancio; a la fatiga. No puedo bañarme, el gas se acabó. Tamara me dice que actualice el blog. Creo que nadie lo visita.

Solamente el grunge invade mi cabeza. Camilo no me deja pensar. Kurt Cobain se ríe desde su ánfora. Nuestras gastritis son nefastas. Nos carcomen la vida, lentamente y sin apuros. Lo distinto es que no conozco la heroína.

Tengo miedos. Sueño que soy expulsado de todas partes y que nunca viviré en ninguna parte. Eso es redundante. No quiero llegar y encontrar muerto a mi padre. Le temo a la delincuencia y estoy feliz por tu nuevo trabajo.

Salgo nervioso a la calle. Las chaquetas de cotelé me dan un estilo diferente, quizás muy periodístico, quizás muy chistocistico. Extraño a mucha gente. Nunca llamo para saber de ellos. Me niego a mirar para atrás, no sirve para nada.

Las partituras están inconclusas y muy lateras. Tanto, como este relato grunge...