miércoles, noviembre 21, 2007

Una guerra en su cuerpo


Ella se transformó en el último de los brillos de esa noche. Tranquila caminó rumbo a su velador, perfumó sus sabanas y se acurrucó a la orilla derecha, pegada a la pared.

Martín corrió disimulando una huída. El reportaje de José María Rodríguez estaba en su cabeza. Su tesis universitaria no le permitía sueño reparador.

La poesía y los cuentos de Barreto eran su alimento. La discusión sin sentido con su amigo Torres, su vía de escape.

El sexo fue a ratos furioso. Despacio por momento y alocado por otros. Sus dedos recorrieron aquella espalda pecosa. Alba como la camiseta del campeón de campeones.

Sus besos eran balazos que rompían sus labios. Dios mandaba a no entender absolutamente nada. Ser una araña que duerme en su rincón.

El rigor de esa noche afectó profundamente a mi amigo, pues volvió a soñar que sangraba el asfalto. Que le amaban a escondidas. Que Colo Colo era campeón y que el reportaje del mutilado veterano de la batalla de 1879 era publicado.

Las anécdotas graciosas no se encuentran en este rincón olvidado. Los ojos volvieron a llorar sangre y las palabras se transformaron en algo no escuchado.

Se vendió por unos brazos que buscaban cariño fácil. Como el reconocido por siempre.

Mi verdadero amigo Martín me reclama que no lo incluya en mis cuentos. En tanto, su mujer se ríe a carcajadas. Ella no entiende nada...

sábado, noviembre 10, 2007

Pretexto


Nuestro encuentro fue casual.

De profesor a alumna; de compañero mayor a primeriza; de editor a editada; de niño a niña; de mujer a hombre; de miradas, risas y su mano en mi brazo a miradas que no dijeron nada o de un hambriento que tras la labor desempeñada recibió un alfajor y una bolsita de maní, pasa y almendras.

La fatiga se dormía en mis brazos.

La soledad se burlaba nuevamente, lo desafectado de pudrió y las ilusiones florecen.

Pequeña criatura vestida como la hija que no llegó.

Ondulais natural. Sanamente dispuesta a disparar una bala en plena sien.

Dividiendo besos. El trabajo merecía algo más. El esfuerzo fue total.

La despedida llegó plenamente y la basura acumulada en el tacho quedó como reflejo del segundo de sueño.

Miles de muertes han acaecido. La música dejó sus partituras inconclusas y al parecer ella busca algo más.

No quedó satisfecha con la edición... y yo tampoco...