jueves, noviembre 23, 2006

Sexo en la mirada...


Tienes sexo en la mirada y un carácter que te convierten en el amigo ideal. Eres alguien que posee un encanto vulgar. Hablas como un escritor que nunca ha querido aprender a escribir.

Eres como un cobarde con los ojos abiertos, esperando que la gente se burle de ti, para que después matar con un comentario.

Eres un héroe que ha muerto. Ese soldado de la guerra del pacifico del cual ya nadie se acuerda. Careces de subjetividad en tus actos y en tus personajes.

Matas de sólo hablar. Comes y dejas comer. Lanzas cada pedazo de carne a tu contrincante para después demostrarle que estuvo mal y que debe cambiar.

Arrancas del recreo, para volver a empezar. Eres el peón del ajedrez que parte el juego. El primero que es derribado para ser olvidado.

Conoces cada rayo de sol que choca en tu cuerpo. Amas, perdonas y después olvidas, dejando a la princesa de turno en la cama, sudando y arrodillándose para hablar con Dios. Y pidiéndole que vuelvas.

Te ríes de tu pena que es mortal. Ayudar es tu pasatiempo favorito. De lengua filosa como las navajas que escondes en tu chaqueta.

Gastaste tus codos en las mesas de aquellos boliches que llevan tu nombre. Como en el que te conocí. Gastaste todas las palabras queriéndome conquistar y, lo lograste, simplemente ocupando silencios llenos de melodías. Silencios de perfumes a flores secas.

Después de todo ese preámbulo que inevitablemente me echaría a perder la mañana cometí un error. Me dormí en el sillón obviando sus intenciones.

Regresé cansado no sé de que sitio a mi hogar. Todo el día fue reír falsamente. Y esa boca me parecía distinta. Fría y de modo lejano.

Depuse los besos y quise mostrarle al hombre. Ella no lo concibió y entendí que los amantes no enamoran...

martes, noviembre 14, 2006

212 puntos en contra...

¿Y, estas dispuesto a luchar por ella?, me preguntó Ignacio Sotomayor. No, porque hacerlo, no vale la pena. No me corresponde hacer nada, contesté inmediatamente y me serví el último trago de la botella.

¿Ni siquiera por el amor que sintieron en algún momento?, volvieron a preguntar. Me he retirado muchas veces en silencio entre el deseo y el odio, entre las cacerías más aberrantes que un corazón puede emprender, porque sé que en el fondo me gusta más que mi propia existencia, pero me duele que no me de la paz y la confianza que necesito. En el fondo no sé que buscar.

Luego de aquello aparecieron los consejos cercanos que me decían: si realmente la quieres y la deseas, lucha por ella, quitársela a él, y jugártela, si en cambio, es sólo para el rato y después se le pelan los cables, no vale la pena, no es una mujer estable y tú no vas a lograr cambiarla, dijo sorbeteando el solitario cubo de hielo que quedaba en su vaso.

Lo que hizo fue desearte una vida feliz. Un invierno sin lluvias y una nueva esperanza. Te dio la oportunidad de conocer a otra mujer. Una mejor que ella.

¿Te puedo preguntar algo ahora?; Si, claro, conteste. No te enfades o extrañes. ¿Cuan a menudo ríes, digo, a carcajadas, eso que uno hace con los amigos o en familia, que dan ganas de escribir cosa, o saludos a los partner o mirar al cielo y ver que salió el sol, y te sonríes sólo ya que vas a estar sin tanta ropa encima?

Trato de hacerlo siempre. Es eso lo que me mantiene haciendo cosas. Son la única barrera que uno tiene para seguir aspirando cosas. Los payasos se ponen la nariz roja para que la vista se concentre en el rostro y no en el movimiento corporal. Si el payaso no tuviera la nariz roja sería solamente un tipo con la cara pintada de esos que se encuentran en los estadios de fútbol, la actitud es importante. Es mirar la vida con optimismo.

Luego de la plática tomamos el auto. Nos pedía a gritos arrancar de ese lugar. Llegamos a la casa de su polola. Maria José. Dulce y cándida. En ese lugar nos esperaban ella, y un par de amigotes. La noche fue larga. Llena de sensaciones. Norte y sur fueron los encargados de debelar la inquietud propia de mis ronqueras, nervios y artimañas que me atacaron.

Volví a huir de unos brazos fantasmas. Ella estudiaba Literatura. No era perfecta pues olía a un perfume desagradable...

martes, noviembre 07, 2006

Me fuí a la Mierda....


No me abrazaste en toda la noche, me dijeron al terminar la velada. Sinceramente necesitaba marcharme de esos remos porque me dolían, los sentía demasiado apretados. Me cortaban.

Mientras me daba vuelta en esas sabanas húmedas plagadas de sudor que no tenían ternura, me confesé en silencio ante ese vientre que se había transformado en un santo para posteriormente ir al baño a lavarme la cara.

Había sido mucho más el esquema de sutiles mentiras y miradas a oscuras que los humeantes sabores a cannabis. Eso se estaba degustando en esa caliente pieza y los dedos incendiados despertaban nuestras pupilas.

Prendamos un incienso, le dije a Romina. No, me dijo de inmediato, quiero sentir el olor a nosotros. Prendamos la radio, está el disco de Marvin Grave, me dijo. No, le contradije, quiero escuchar el silencio.

¡Andante a la mierda! Nunca me has necesitado y yo que creí el haber encontrado un tremendo amigo, un compañero. Y tú me obvias tan sutilmente.

Que estas haciendo, me pregunto. Me voy a la mierda le dije, mientras me subía el cierre del pantalón para después ponerme la polera. No te puedes ir, estas lejos de tu casa y no hay micros y no tienes plata, refutó algo tartamuda.

No me importa nada, voy a caminar. Y si te matan, me dijo. No me importa nada, me voy a la mierda y cerré la puerta. Destapé la última lata de cerveza y ella llorando me dijo, no me abrazaste en toda la noche.

Tras la caminata sentí temor porque era cierto. No la abrase en toda la noche...

miércoles, noviembre 01, 2006

Albergan las palabras en la tardanza del alma...

Estoy seguro que aparecerás cuando la luz deje de alumbrar en el mástil externo de mi hogar y aquellos sueños que me desvelan se transformen en la última de las señales.

La mirada cómplice que creamos durante todos esos años de complicidad, me está reclamando porque amanezco con los ojos cerrados por cansancio, trasnoche y tabaco dominante.

En una conversación por Msn, Javiera, la niña mujer más dulce que he conocido, me decía que los artistas no son comprendidos. Ella traslada sus metáforas hacia la fotografía. Y sus segundos lugares que son primeros.

Juguemos a ser Periodistas, le dije, insistiéndole que ese podría llegar a ser el último de los inquietos anhelos de la conversación. Yo no puedo –me dijo al unísono, jamás he sabido de alguien que lo logre, simplemente con ganas.

Y como estás, me preguntó de inmediato como presintiendo que la muerte estaba sentada en mi cama, y señalándome que ya era hora de acompañarla.

Bien, alcancé a contestar antes de atender lo que venía esperando por horas. Era el llamado del dueño de la selva. Del Tarzán de las historias alegres. Del Don Corleone de la sinceridad. Luego de un buen rato, Javiera seguía ahí, esperando que contestara a su caucásica pregunta.

Y cuéntame. Donde participaste; dame la noticia; juguemos a ser periodistas, volví a preguntar, haciendo algo que nunca se hace...Volver a preguntar.

- En el MP (Ministerio Público).
- Ahhh, cierto, repliqué.
- ¿Como así? Te olvidas de lo que te cuento.
- Me lo habías comentado. No te enojes, es que son millones de cosas juntas. La memoria a mis 27 años ya no es fotográfica, le replico para hacer olvidar mi error.
- Vez que los artistas somos incomprendidos.

Cada palabra dicha en aquel momento reflejaba la necesidad de ambos, por encontrar lo que seguía extraviado. Muchas historias inconclusas dominaban la noche en que los desenfadados recuerdos, aparecían maduros en mi cabeza.

Una muestra más que aún me encuentro vivo y despierto ante la mirada cómplice de los ojos que se topan frente a los míos.

- Que tal tu día.
- Bueno, me dice, tengo un poco de resaca porque ayer salimos con unas amigas.
- ¿Donde fueron?
- A un cumpleaños. En La Reina.
- Estuvimos poco rato. Mi amiga tenía que llegar temprano, así que como toda una Cenicienta nos tuvimos que retirar
- ¿A las doce?, pregunto estúpidamente.
- Casi, revela a su vez, inteligentemente, a la una.
- Dos cenicientas arriba de un auto, le comento para enlodar una reflexión distinta a las ya echas por mi desafortunada persona.

Es cuando pienso que es inevitable el dejar de buscarle explicaciones a las cosas y me concentré únicamente en lo que mis conversaciones me entregan. Una suerte de subjetividades transformadas en una forma de relación. Muchos creen que es muy distante, pero yo estoy seguro que es más cercano

- Siempre te pudo ayudar, me dice Javiera.
- Lo sé mujer. Sé que me quieres conmover como tantas otras.
- Yo no soy una de tantas otras. Soy la Javiera y punto.
- Esta es la conversación más metafísica que jamás haya tenido, digo para cambiar el tema.
- ¿Porque un cuchillo verde?
- Es un poema de Neruda.
- Extraño color para un cuchillo.

Y aquella maldita pregunta inevitablemente tenía que llegar como una de tantas invitadas de piedra que acostumbraron a recostarse un rato en las caricias de millones de pupilas muertas y enterradas por lagunas repletas de vicios.

- Te pongo nervioso, me pregunta.
- Oye, si también siento vergüenza, le contesto honestamente.
- Nervioso tú, ja ja, déjame reírme un rato.
- Sabes, te cuento algo, le digo.
- Te leo, me escribe inteligentemente.
- Ayer, conversando en la casa de una amiga, me preguntaron si adoptaría un niño y yo dije que si. ¿Lo encuentras muy loco?
- Mas o menos. Tal vez más adelante.
- ¿Cómo es eso?, le pregunto.
- Has las averiguaciones. Quieres ser padre soltero. No sé si puedas. Tengo entendido que no se puede, pero no lo sé
- Lo voy a averiguar.

Luego de un rato de conversación interrumpida por la espera que se necesita para que el otro, escriba lo que quiere decir, rememoro antiguas charlas que me hablaron de una mujer que me comentó en lo dispuesta que se encontraba para prestarme su cuerpo en pro de esta inaudita hazaña.

Le dije que conocía a alguien que estaba dispuesta en ser la madre de un muchacho que llevara mi desorbitado rostro. Que me permitiría caminar de la mano de aquellos gestos menores que llorarían y se defecarían como el padre enfermo del estomago.

- En la vida hay de todo. Pero primero tienes que salir adelante tú, para poder sacar adelante a otro.
- Me mataste con ese comentario. Pero lo agradezco mucho. Porque tienes razón. Debo ser alguien primero, para enseñarle a otro.
- Te lo envió de todo corazón.
- Que bueno y que alegre me pone eso. Fue lo que andaba buscando.
- Aquí estamos, para ayudarte como siempre, me dijo.