martes, junio 13, 2006

Triste Canción de Amor.


"Ella existió solo en un sueño y él es el poema que el poeta nunca escribió. Y en la eternidad los dos unieron sus almas para darle vida a esta triste canción de amor.

Él es como el mar y ella como la luna en las noches de luna llena hacen el amor. Y en la eternidad los dos unieron sus almas para darle vida a esta triste canción de amor.

Él es como un Dios y ella como una virgen y los dioses les enseñaron a pecar. Y en la eternidad los dos unieron sus almas para darle vida a esta triste canción de amor".


Esa era la canción que repetía todos los días de lunas oscuras, mi amigo Martín. Nada importaba más que dar rienda suelta a la posibilidad de sentirse nuevamente abandonado por otra Dónatela de oscuros cabellos.

Nada era más latente que las propias imposibilidades de robarle nuevamente las entrañas a otra princesa. Pero su suerte estaba echada hace millones de años. Sus amores estaban incompletos y apagados, cual llama de la libertad del régimen militar.

Esas propias penas no podían ser olvidadas ya que la vagabundez de sus sueños lo acompañaban en cada minuto y a cada centímetro de su espesor.

Valoraba los instantes olvidados y echados al tacho de la basura con la esperanza de volver a ser encontrado y nunca más arrendar su vida. Martín le dio toda su sangre y sus lágrimas cayeron junto a las de ella. Tal vez conmoviendo lo más dramático de sus calamidades.

Buenos Aires hoy está mojado y los ángeles están aún más caídos que antes. Martín ya no sonríe constantemente para no sentir que el sol se apaga frente a sus narices. Nada lo pudo salvar de aquella muerte feroz, porque Martín, mi amigo que vive en mis fantasías, está muerto y ya no canta aquella triste canción de amor...

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