miércoles, junio 14, 2006

Sexo con Ropa...


Fueron muchas las horas en que no sentía esa maravillosa y alejada sensación. Quizás deba decir esa emoción. Sospecho que ella también sabía que habíamos hecho el amor sin desnudarnos, sin siquiera besarnos. Solamente hablando.

Hablando con tecnicismos debo señalar que no había pasado nada, sólo nos habíamos abrazado intensamente, por largos minutos, mirando las luces de la ciudad de turno.

Esos abrazos incluían caricias en la espalda y miradas intensas como si supiéramos que esa alucinación tenía término de vencimiento en un par de horas y el milagro ya no ocurriría más.

Su cuello es realmente maravilloso, debe ser por eso que esa noche no pude evitar besarlo y besarlo hasta que su maldita racionalidad me hizo volver a estas dimensiones.

Natalia es divertida, pecosa y demasiado astuta. La conocí estando sin mis amigotes en el bar de turno, pero tiene esa tremenda capacidad de encantar con lo que habla, de conquistarte inteligentemente. Así me fue seduciendo sin querer.

Me mató cuando me dijo muy tierna y con los ojos luminosos por cerveza: “Renato, a pesar de que sé que tienes muchas amiguitas con ventaja, nadie te conoce como yo. Nadie te entiende como yo”. Y remató aquel monologo, diciendo: “Vamos a mi casa, vivo acá cerquita...”

Salimos del “Cautibar”. Ella caminó rápido hasta su auto y encendió un cigarro, abrió la puerta con la llave y se sentó al volante.

Por un momento me sentí nuevamente un tonto. Un quinceañero con 27 años. Ella estaba como tan destellada, que tenía miedo de no ser interesante, de no llenar sus expectativas, de irme a blanco y de no conversar de cosas que tuvieran algo de profundidad. No siempre se salva hablando de cine, libros o de actualidad.

Natalia sólo me escuchó. Debe ser porque es bastante menor que yo. No sé como terminé cantando al medio del departamento una canción de Serrano a pesar de que lo hago pésimo. Allí estaba yo, cantando tan desafinado que hubiese asustado hasta a los fanáticos del cine “Gore”.

Le dije: “Antes de decir a dios quiero irme de tu casa conociéndote sin mirarte. Cerramos los ojos y nos tocamos la cara, la nariz, los ojos, las cejas, la pera, los labios por largo rato. Quizás esa es la forma correcta... y el disco de Serrano se lo dejo...para que me recuerde.

No hay comentarios.: