viernes, mayo 19, 2006

El Cielo Puede Esperar.


Muchas son las experiencias que he vivido, desde que decidí conocer experiencias. Muchas más son las facetas que he tenido que ocupar para indagar en los corazones de todos y cada uno de los que están retratados – a mi manera – en este modesto blog.

Pero esta historia es particularmente atractiva puesto que me llega por donde se mire. Este cuento son aquellas metáforas que siempre se quisieron conocer, pero hay una gran salvedad... no es una historia feliz.

Su nombre es Ismael. Vive en un acomodado lugar a orillas de un cerro en nuestra capital. Y está preso.

Se levanta todos los días a las 5:00 de la mañana, cuando los gendarmes lo despiertan y literalmente, lo echan de su refugio. Camina todos los días por calle Carmen. Compra una cajetilla de Belmont corriente y toma la micro hacia su hogar.

Vive con sus padres. Dos señores acomodados de este país. Juristas. Católicos. Masones y tercermundistas. Sueña con volver a repetir cada historia que ha vivido, con la incalculable condición de que nada está justificado.

Es fanático de Ataque 77 y sus promesas lloran y se fueron de la misma manera que muchos. Llorando “Porque te vas”. No se arrepiente de nada, porque siente que la vida se le va y que el día no vuelve más.

La literatura es su compañía más desagradable en sus noches de alcohol, drogas y sexo, pero es su única amiga que no le condiciona sus experiencias. Sufre de un asco generalizado por todo lo que lleve “faldas”. Y no es gay.

Una de aquellas, desenfrenó su cabeza y lo hizo explorar la más hermosa de las vidas. La de jugar con su destino y su suerte.

Su condena está a punto de salir. Pero debe lidiar con alcohólicos, chóferes irresponsables y delincuentes de poca monta. No estudia nada. No le interesa. Su manera de enfrentar su realidad está a años luz de ser entendida. Y tampoco será contada en esta página. Porque a nadie le interesa.

Sus ángeles caídos están cada vez más olvidados. Demasiado alcoholizado y abandonada para está nación. La muerte lo está esperando y tiene un lugar reservado en el cementerio. Según él, “El cielo puede esperar...”

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