
Buena velada a orillas de Pio Nono. Mucha Heinekenn. Mucho tabaco. Muchas horas de conversaciones rememorando futuros y pasados que pasaron sin pena y con mucha gloria.
Acuchillamos a las estrellas con las pupilas dilatadas en imágenes con camisas blancas, pantalones plomos, chalecos pingüinos y una fea corbata con las insignia del viejo colegio destruido por la modernidad.
No entendíamos de política, ni de religiones, ni de amores ni de muertes. Ni de frivolidades, ni de desleales, ni de la vieja Mercedes que murió esperando que le diéramos las gracias por lo enseñado.
Hablamos de cosas bonitas, con los ojos cristalizados.
Buena suerte, hombre...buena suerte!!