jueves, agosto 24, 2006

Donde los hombres tenemos el bigote...


Ayer en una alocada carrera al infinito que culminó donde lo imaginaba, me dijeron que no volvería a poseerte porque la última de las opciones que le quedaban a mi mutilada alma, era el retenerte un minuto más.

El creador de tan particular forma de expresión fue esa amiga nuestra llamada Francesca. Ella canta y encanta con la nefasta sumisión de su mirada. Encandila al más fornido de los Don Juanes; desgarra caricias con su pelo de resortes; vive y muere por su pasión y sus lunares lunáticos te persiguen frente a vuestras propias grietas.

Dijo además, que mi transformación nació el día en que entendí que mi pecho no recibiría vuestra cabeza y que por más calles que separaran nuestro existir, no era mi hogar el que visitarías. Las medias que olvidaste en mi refugio con olor a trementina, debían quedar donde están en este momento. En Silencio.

Francesca se burló cuando me afirmó certera y con sus dientes punzantes que me había trasformado en lo que soy, gracias a la infinita necesidad de lo que tú habías mostrado en aquellas tardes donde las banderas y el horizonte encontraron lo que andaban supuestamente buscando. Nunca logré invitarte a mi vida para compartir caricias al hablar y agitadas siestas despierto.

Porque sin más preámbulo que lo existente, viste en mí un montón de colores, canciones, sabores y excitación detrás de vuestra oreja. Y nuestros cuerpos desnudos ya no se pegarían por tanto sudor veraniego.

Era el momento de brindar por la despedida que nos regalamos aquel viernes lleno de luminosos fracasos y degollantes mentiras. Tomando cafeína me reencontré con un pasado que guarda silencio como el dueño de éste.

Escuché de sus labios apretados, que el amor se encuentra siempre y en la medida que se busca; pero no detrás de miles de encargos, bailes y poesías. Ese maldito sentimiento era digno de apoderarse de mi y fluir cuan palabras les regalos a los enamorados del mundo.

Seriamente me recomendaron no seguir repartiendo caricias, sueños húmedos, helados ni galletitas porque las mujeres necesitaban simplemente a un hombre que las haga sentir mujer. Sin dudas impresas en papel mantequilla; sin pétalos llenos de testosterona; sin sopas de cebolla ni amuletos para la supuesta buena fortuna.

Francesca argumentó sin descaro que el feminismo imperante en mi trayectoria de alocado conductor de realidades diabólicas, bohemio angustiado y vertiginoso ocupante de sonetos y metáforas, sólo eran necesarios cuando hablase con una niña menor de quince años.

Al prender un último cigarrillo de la caja de veinte, suena de fondo otra vez esa adversa canción. Y me había sacado el alma de puro idiota para advertir si estaba internamente dentro de mis costillas. Y tu músculo enfermo me había salvado irremediablemente la vida como cual cardiólogo extrae ese corazón insano, para poner otro. Y salvaste y dejaste abierto mi pecho para simplemente mostrarme que puedes vivir en él, pero a mi manera.

Y allí estaba yo, sumergido en la entrepierna de mi amiga Francesca; recordando cuando después de hacer el amor tu ardor agitado me daba la espalda, tus ojos imaginaban otra cara; tus manos acariciaban otra parte; tu vida estaba en otro planeta; me mentía una maravillosa historia de dragones, putas, gángster o princesas y se te enrojecía donde los hombres tenemos el bigote.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Dane una señal.. en la oscuridade....

Anónimo dijo...

Te quiero no por lo que escribes, sino po rlo que dices....

Lilo dijo...

ESTAMOS EN EL MOMENTO MAS DIFICIL... EN EL DE MIRAR ATRAS CUANDO VAS SALIENDO DEL LUGAR, EN DONDE HAS PASADO CADA SEGUNDO DEL ULTIMO TIEMPO, DE LA MANO DE ALGUIEN Y DUDAS...
ES UN BUEN MOMENTO, O ERES FUERTE O TE QUEDAS.
YO ELEGI SER FUERTE O AL MENOS TRATAR.
Y TU??

Lilo dijo...

AH!!
TE QUIEROOOOOOOOOOOO!!!!!!
PRIMITO.

Partituras Inconclusas dijo...
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Partituras Inconclusas dijo...

Yo me voy. Me arranco.
.......................

Soy un cobarde...

Lilo dijo...

ya es hora de que dejes de ser un cobarde... y dejes atras algunas cosas, creeme... no es bueno vivir del pasado, yo lo sé.

Anónimo dijo...

Espero volver a repetir aquel maravilloso encuentro, en las afueras de la necesidad.

Sin duda, que apareciste en el peor momento d emi vida, llenandolo como tú me repetiste... Con colores, sabores y un poquito de Literatura.

Llamame...

(La del viejo barrio)