Desde un tiempo me he percatado que siempre estas ganando la partida del mal llamado juego de seducción. Deseo imperiosamente poder viajar lejos de este país para no encontrarme jamás con tu humanidad. Aquella que me dejó con la irreversible sensación de una “donna” desaparecida. Y sabes como acercarte para darme todo tu amor y en instantes quitármelo como nadie lo había hecho nunca.
Tu mirar es penetrante y vuestro cuerpo no deja pensar al más reflexivo de todos. Porque solo quiero acariciarte y darte una nueva oportunidad mental, para que celosamente cumplamos todo lo que estaba por pasar.
Recuerdo aquellas noches en que cerveza en mano jugábamos a llamarnos por señales telepáticas. Recuerdo aquellas noches en que tu cuerpo sudoroso y delicado se abrazaba con el mío y fluía un incontrolable amor sentenciado por las circunstancias y percepciones en cada olvido; de cada noche.
Ahora es totalmente distinto porque ya no tomamos unos wiskies dobles y tampoco es doble nuestra pasión. Bastaba el termino de mi necesaria indolencia para seguir buscando y encontrando el bar que me de todo el alcohol que necesito para poder olvidarte. Porque ahora estoy horas sentado en la cuneta de alguna esquina con la necesaria idea de verte y de ver como te arrendaste a un mal cariño.
Levanto la cabeza y mi corazón me enseña que a mentir y ha no saber como detenerte y tus labios me acercan a ti. Además cada nueva noche es el perfecto escenario que encuentro para cantar las más desafinadas canciones. Y tengo claro que aquel baile en que me vi envuelto ya no es para mi.
Recuerdo aquellas noches y el sabor de tu sudor. Porque tu rostro se desbloqueó del mío deseando el momento y las más necesarias noches. Noches larga para los dos. Todo esto cambio cuando desperté de este mal sueño...
Diego ha muerto y era un buen chato, prudente en extremo. Nunca habló más de la cuenta...
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