martes, abril 25, 2006

Es extraña la mágia que produce prender un computador, conectarse a éste irracional mundo de redes y encontrarse con personas que jamás conociste.

Eso fue lo que me pasó hoy. Mi nombre confundió a un amigo de los números que pulula por las calles de Temuco con sus amores.

Y estoy condenado a mirar desde la vereda donde no hay nadie parado. y me encanta ser quien soy. Pero más me gusta el hecho de valorar lo que significa el querer y ser querido. El encontrarse desde diferentes rincones olvidados, solitarios o simplemente contados.

No importa la cantidad de riesgos que se corren al prender un computador. Yo los tomo todos... eso ayuda al alma.

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