domingo, febrero 17, 2008

De Pie


Fijamente me miraron y me dijeron que conocían mis miedos como los suyos; que el infierno es tu hogar. Tus culpas las cargaste duramente durante muchos años. Chupaste limones sin sal y te abandonaron cual casero.

A esta altura del juego, todas las palabras se las lleva el viento como las marcas de la edad. Como las metáforas abandonadas y las flechas con puntas de oro que se incrustaron en lo más profundo.

Aún siguen sonando melodías sin sentido. Voraces situaciones. Matemáticas in entendibles y pentagramas curvos.

Teoremas sueltos, paráfrasis desafinadas; ideas concretas y semiologías sin signos. Libros a medio leer y prosas a medio concluir.

El trabajo me aborda los sentidos y la lujuria me abandono sentado en la mesa.

Una vez leí que se debía compartid el pan, pero no comer del mismo trozo; que el cantar y bailar juntos debía generar independencia. Y que ni el roble crece bajo la sombra del ciprés ni el ciprés bajo la del roble.

Por todo eso, todas las mañanas compro solamente una marraqueta.