martes, enero 23, 2007

Confesando al mundo mis preocupaciones

Para P.B.S

Me dijeron que había dejado de robarle las estrellas al cielo y que había sido el culpable de tanto calor en un cuerpo lozano.

Dijeron que el recordar que las flores marchitas olían solamente a agua podrida, me embutió de metáforas descoloridas. Complicaciones que requerían de una rápida solución. Todo me relegaba a un segundo lugar en los corazones.

Tras eso, creo prudente el pensar en porque nunca florecen los desiertos, se caen los planetas, se abren las grandes Alamedas, se desploman los generales, apareces en mi ventana o los corazones explotan como volcanes.

Sólo me encuentro cuando me paro frente al espejo con el mismo nervio de siempre que ataca su psiquis con un poco de fusión, té de yerbas, cerveza y bondad.

Mi carácter en plena madrugada atormenta a las estrellas fugaces y le implora a las musas que me sirvan otra copa de vino tinto, ese brebaje que hace explotar mi colón irritable se transforma en un órgano en llamas.

Dejé de brindar por todas las mentiras que voy escuchando en la escuela llamada vida. Por todas las quimeras que se hacen notar en situaciones que más parecen guiones inventados que certezas del alma.

Me siento extraño confesando al mundo de mis preocupaciones. Pues es cierto, es maravillosa y solamente tiene 21 años.

viernes, enero 12, 2007

Un Verbo...

Un ángel en mi último sueño me dijo que nada era necesario, pues todo el castellano ortodoxo estaba en mi contra. En ocasiones me preguntó cual es la razón del porque le doy tanto poder a esas nomenclaturas de pasiones desbordadas...

Ambos esperaban una respuesta, pero como habitualmente ocurre, no aparecieron. Ayudé un poco a que lo funesto de todo fuera el mayor de los ejemplos; caí nuevamente en las garras de un maldito verbo que parte el alma, sufre y deja vivir. Habitualmente sigue llorando.

Él, me dijo que, sólo conoce lo que le ha mostrado en adversas situaciones en que ha tenido que consentir la cabeza y caminar por las rutas plagadas de olores que detesta. Sabe de otras implacables verdades.

En ocasiones y en la oscuridad de mi noche, reclamo lo que oculta, lo que nunca arriesgo y lo que intuyo que existe y se niega. Existe cuando se está al corriente de donde proviene esa forma de expresión o de donde nace tal magnifica señal inequívoca de una despedida para el rostro, las manos y el corazón que pretende por un algo que conoció un día.

Es estar cansada de perder sin lograr que te quieran.

Quizás no deba disipar tiempo en reclamar por la otra cara que nunca comparten o por la otra historia; esa que de a poco llevan secreta en la sangre. Esa otra mitad de espectro sufrido que a nadie han querido mostrar.

Porque sólo conozco lo que le han expresado a mis ojos. Tan sólo calzo muchos puntos hacia lo que pude tocar con mis manos, en una nube llena de miradas que se complicaron por mentiras rojas. Observaciones de sangre que provenían de otros ojos.

Pero hoy, quiero otra verdad. La que a nadie le han dado porque aprendí a conocer lo que pude besar con mis silencios. Uno nunca está preparado para oír una despedida.

Yo reclamo de ella la otra parte, la que es menos perfecta y brillante, la que guarda egoísmo y misterios, la que le hace persona y amante.

Reclamo el testimonio de saber que es posible que falle aunque lo ha hecho un millón de veces. Esa otra mitad que muestra que no es tan sólo un paisaje comprometido con una mano demasiado inteligente y poderosa para combatir con ella.

Estoy atrasado para ser fugaz o eterno, porque si lo piden puedo ser un mar o el desierto necesario. En contraparte, si me ignoran puedo ser ese verbo malherido, una palabra o aquel silencio radical y descomprometido.

Aprendí a ser un hombre con rostro de fantasma que aparecía por las noches en la alcoba, besaba una mejilla y huía. Quise ser un pedazo de carne en la tierra o un cielo nublado y a punto de llover. Preferí huir.

Puede ser un tornado o la brisa que golpeaba la cara en la mañana del ocaso. La lágrima o la risa que solía aparecer en momentos en que mis propios dolores me pedían explicaciones. Quise ser un amado que puedo ser hoy y el ayer, para siempre e incondicionalmente un mañana.

El sol para el frío de los sueños, el aire que daba vida en cada necesario respiro. Un mal guía y un camino pavimentado. Puede ser de lo que quisieron; la nada o un infinito.

Tal vez, una brújula o un puerto despoblado. Corrompí a la propia ley y al credo que no creo. Una almohada que guarda secretos dentro de su felpa cochina o un escudo con su respectiva espada que se entierra en pleno pecho. Destrozando todo por dentro.

Quise ser necesario y necesitado, sin dejar de ser yo mismo. Sigo creyendo que es fundamental que a la gente que amo nunca le pase nada. Pero si voy a dejar que le pase de todo, aquí, conmigo.

La verdad de esta historia es que merezco todo lo contrario, porque aún no he encontrado el pretérito imperfecto de aquel verbo llamado amar...

domingo, enero 07, 2007

Misiva...


Para Lorena y sus viajes sin retorno...

La carta con remitente conocido era la última de las señales... las letras lo dijeron todo...

Yo sé que tú piensas que soy tímida y que no coincido con lo que te escribo. Que cuando estás cerca te miro y no te digo nada, doy vuelta la mirada o me transformo en tu enemiga. En ocasiones no digo palabras, parezco una niña que te habla a gotas y, quiere amarte con ganas que sea un rito.

Te observo, entera. Te radiografío de pies a cabeza y cuando me acercas tu boca, me arden los labios. Siempre me encuentro un poco sedienta, desesperada y alucinando con tus palabras, tu sabiduría y las cosas que me enseñas. Siempre me dejas pensando en como puedes mirar al mundo de tal manera.

Sé que soy difícil de entender. Muchas veces las hormonas me juegan malas pasadas y eres tú el que se las aguanta; en silencio. Me gusta cuando peleamos y sales al balcón, prendes uno de esos cigarros que te están matando y me dejas rabiar sola. Me gusta tú paciencia y la forma como expresas cosas.

Solamente quiero que veas las formas desde un poco desde mi prisma. Es diferente al tuyo. No tenemos la misma edad, carecemos de cosas diferentes. Jugamos en trincheras que hemos construido. Si lo vieras de mi lado, entenderías muchas cosas mías.

Pero estoy conciente que eso no pasará jamás, porque no soy yo a la persona que quieres. Te gustan las periodistas. Las chicas lindas y complicadas...en fin, así eres tú.

Quiero que sepas que vales tanto para mí que en ocasiones me duele el cuerpo el estar pensando y relacionándote con situaciones, olores y sabores. Fue por eso que dejé de tomar café con canela...

Me da rabia el que me vea coleccionando tus frases y atesorando tus halagos, porque sería mi peor pecado perder un sólo detalle de todo eso. Si me inquirieras por cada momento que hemos vivido, te diría que me quedo con tus risas, llorando tu llanto y en las despedidas muriendo en tus brazos.

Solamente déjame estar un momento, para reclamar lo que me has ocultado durante tantos años. Al parecer soy yo quien debe ser rescatada...

Tras eso, sonó el teléfono. Le daban cuenta que había muerto. Que era el momento de fumar solo.

lunes, enero 01, 2007

Hablar un monólogo...

Los caminos recorridos eran siempre los mismos. Mis huellas estaban impregnadas en el cemento caliente de este verano que pisaba mis orejas. Mis lentes de sol eran la ayuda para mis ojos. Y una botella de agua mineral sin gas, mi refugio.

La locomoción colectiva ensordecía mis tímpanos como la canción del trovador que salía de mi Mp3. Mis zapatillas me reclamaban por el uso y el abuso. Mis pantalones desgastados por el trajín, lloraban desconsolados. Todo el mundo esperaba el término del 2006.

Aquella imagen no la pude sacar de mi cabeza. Me perseguía incesantemente como mi sombra –hasta esas noches, mi única compañía-. Un arrebatado sonreía y se burlaba por mí caminar movedizo. Las paradas del metro a lo lejos, auguraban lo mismo que refutaba el compositor de “Amo tanto la vida”, “Vértigo” o “Que va a ser de mí”.

No quería que llegara la noche. Comenzaba a odiarla. La seriedad de sus palabras, ahogaban mi garganta como el tabaco consumido. Pensaba en el último de los monólogos realizado.

...debí estudiar actuación.