miércoles, mayo 31, 2006

¿Donde Dormiste Anoche?



Soy el único que puede preguntar sin animo ni maldad, ¿Dónde dormiste anoche?.

Porque ese nicho de amor fue el que me mató, suicidó, debilitó y también fusiló. Y no lo merezco.

Soy el único que puede reprocharte el que no me quieras tanto como mi propia madre, que ha venido a este mundo a perdonarme por las incoherencias que constantemente estoy haciendo. Y escribiendo.

Tú maldad y tu mentira han linchado mis ganas de explorar en cuerpos ajenos y femeninos. Y no es una mera frase mal escrita, para una recomendación a lo que ya es inevitable.

Mi lectura es cada vez más extraña. Quevedo me lo reprocha desde su lugar en mi biblioteca. Y Pablos llora desconsolado por este maldito sueño acabado.

Soy el verdadero hazmerreír de mis amigos. El que quedó expuesto en todos los rincones de su latifundio. Una suerte de bufón que está obligado a hacer reír cuando los demás lo exigen. Un galán sin su cara bonita que conquista mujeres ajenas, las degusta y las olvida para que lleguen otros que las rescaten.

Me penan cientos de memorias olvidadas en algún bar de este contaminado lugar. Sin mirarme me quebraste y sin sentirte me golpeaste con el látigo de tu alma. Y mis rodillas ya no soportan más a mi cansado cuerpo.

Esa misma alma que se retuerce a cada segundo cuando lee estas líneas y otras. Estas mismas seudo historias de dragones y caballeros andantes, disimuladas con una maliciosa sonrisa en tus labios. O de payasos y princesas metalingüísticos con la prosa más infame y con los aniquilados sentimientos.

¿Por qué? ya todo está escrito y lo que queda son olvidadas imágenes en mi radiograbadora, en mi almohada y también me mi corazón. Si el reloj ya marcó el sendero que ambos continuamos. Y cada lata de ese retorcido amigo me salvó de lo peor. De estar integro para seguir salvándote.

Encontrar las cosas que me conmueven es mi real lucha en este momento. Porque conozco cada cuenca con olor a frambuesa. Conozco cada centímetro de sudor de tus alejadas caderas. Porque fui el único que te ha hecho el amor en serio y no esperando nada a cambio. Solamente que lo recuerdes.

Reconozco cada rostro al momento de interacción, cada barbilla enrojecida y cada lóbulo que no soportaba un beso más.


Pero tu rostro es diferente porque fue el único que me mintió antes que yo lo hiciera. Y jamás me contestó la verdad; esa que preguntaba ¿Dónde dormiste anoche?

martes, mayo 30, 2006

Una Mentira


La luz deja la luciérnaga, el país deja el consumismo, los adoloridos del alma vuelven a la tranquilidad, ya no existe el purgatorio, la estrella que colgó de mi ventana desde que tengo memoria hoy cae. La madera se ha podrido, se rompen con solo tocarlas.

A mis dedos le crecen uñas de plástico, a mi alma la liberan los fantasmas. Pinochet en la mañana ha pedido perdón a los familiares de detenidos desaparecidos. Creo que miento. Miento si digo que tu olor ya se fue de mí.

El corazón ahora se inclina al lado derecho, los hombres son libres. Canto, ya nadie grita, hablo y ya nadie calla. Vivo y a nadie le molesta, odio y nadie cree, ni siquiera yo. El sida milagrosamente ya no se esparce, solo vive en los afectados. Nadie, ninguna mujer tiene hijos antes del matrimonio, no se puede, genéticamente es imposible.

El sol cae sobre la tierra y los humanos lo adoramos como a uno que hacia llamar Dios. Mi sombra me ha dejado. Trovadores dejan de cantarle al amor. Nuestros antepasados se levantan de sus tumbas –que están bajo nuestros pies- y nos reclaman lo que hemos hecho y lo que no. Aun te amo... ¿será cierto?

¡Tu olor ya se fue! La inercia ya no existe, ahora todos pensamos. Los chilenos amamos a los peruanos. Y los bolivianos no quieren mar. En la vida ambos caminamos y somos buenos, mi perro me gritó esta mañana y me reclamó que su comida estaba sin sal...

Y lo mejor de todo, es que yo ya no te amo.

¿Quieres que te siga mintiendo?

lunes, mayo 29, 2006

Si estuvieras aquí.



Si estuvieras aquí no andaría con la mirada pérdida contando los retazos de cielo que quedan entre los cables que unen los tejados de este cochino Santiago. Esta distancia es amarga como el café que probaste conmigo en la última huída. Si estuvieras aquí.

El Colo Colo va por delante de la U. siempre es igual. Algunas caras tristes recogen el agua de los charcos en las aceras de Corriente. Acá en la Argentina. La gente maldice al FMI y hay senadores que ya no miran a los ojos y planean una fuga. Bajo la alfombra del Parlamento con el mismo olor a podrido. Encima ya nadie cree a Maradona.

Dos presos se escaparon ayer de la cárcel. Tardarán en volver una semana. Por voluntad propia. Se está mejor adentro.

Me contaron que Charlie se tiró desde un noveno a la piscina y resultó ileso. Charlie García siempre gana. A la Argentina la piscina le resulta pequeña y la distancia más grande. Ojalá resulte ilesa.

En Florida, la peatonal de los quioscos, sigue la misma pareja bailando una de Gardel. Por una cabeza... La abertura de esa falda me deshace el vientre.

El murmullo de las últimas lluvias de invierno sobre el río de La Plata suena como una vieja canción de los Rolling. Mafalda juega a la rayuela en un oasis verde en medio del humo, en el centro de la ciudad.

Menos mal que la primavera siempre llega a tiempo. Y siempre es jueves en la Plaza de Mayo. Te dejé en el contestador el murmullo de esta ciudad al Sur. Quizás reconozcas el ronroneo de aquel colectivo que nunca tomamos.

Si estuvieras aquí, Buenos Aires se dejaría quitar la ropa. Si estuvieras aquí.

domingo, mayo 28, 2006

La Trampa que fue mi Felicidad momentanéa, ya que me Bailaste sabroso y no me dejaste ser aquel que ahogara su dolor en un cochino vaso de Cerveza.


Me percaté
Cuando mis huesos se congelaron
Sin que estuvieras...

Que era la hora de invitarte a mi vida,
Para compartir sopas, poesía,
Caricias al hablar y agitadas
Siestas despiertos...

Dejar el miedo
En la noche y a la intemperie.

Para que el viento sur
Lo llevé tan lejos como pueda

Y encontrarnos es mi partitura
Sin ecos del pasado
Recibirte cada día con más ganas

Sin pensar en lo eterno.

Que es la trampa...

Visiones de la No Muerte.

Un día conocí a un Cocinero.
Me dijo que para cocinar al amor,
Se necesita un kilo de ganas,
Y un “pichintun” de perdón.

Al día siguiente conocí a un Bombero.
Él me dijo que para prender al amor,
Se necesita un litro de pasión y valentía.

Al día siguiente,conocí a un Medico.
Me dijo que para sanar al amor,
Se necesita una sobredosis de dolor.

Por ultimo, conocí a un Asesino.
Él me dijo que el amor,

Es lo único que lo mantiene vivo.

Además me afirmó,
Que por amor mataría mil veces más.

sábado, mayo 27, 2006

Amores Incompletos


Hay una canción de una banda chilena que fue titulada por su autor como “Amores Incompletos”. Fue de esa poesía que rescaté este titulo para este relato. Historia que por supuesto, no es mía...

Siempre he sido un animal sexualmente hablando. Uno de esos románticos empedernidos y calentones incorregibles que no saben hacer otra cosa que enamorar mujeres ajenas. De esos que pasan la vida observándolas para posteriormente imaginarlas sin sus harapos o con diminutas bombachas transparentes.

“Ese es tu problema mi amor, engañas el sexo con el amor”, le decía siempre Denisse. Ella –como le decía en su alcoba- fue su última novia. Una abogada del Estado; hermosa, blanquita, de ojos verdes y pelo negro azabache. Ella era mejor que todo, incluso que el fútbol, el sexo experimental y la cerveza cara.

Recuerdo la primera vez que la vi. Fue un lunes por la mañana. Me la presentó mi amigo Julio. Lucía hermosa con su trajecito negro; con sus zapatos de taco alto y su olorcito a “Carolina Herrera”. Mi amigo, salía recién de las oficinas del diario que queda en frente de nuestro Palacio de Gobierno. Obviamente como el peor periodista del mundo.

Sus miradas iban y venía como cual partido de tenis. Ambos se dieron cuenta que esta historia florecía como un biscocho en el horno. Se dieron cuenta que esta historia recién estaba comenzando.

* Denisse, vamos a tomarnos un copete a mi departamento, le dijo.
* Ok. Estaba esperando que dijeras eso, tonto, responde segura.

Después de un intercambio banal de visiones metafísicas, sobre por qué el periodismo, la televisión y las jurisdicciones estaban como están, ella afirma que la noche había sido muy larga.

* Déjame, déjame, dice moviendo su apretado cuerpo que gemía sobre él.

El jadeo era descomunal. Ambos lograron llegar al grado máximo de aquella experimental performance. En instantes vuestros cuerpos comenzaron a ponerse fríos por tanto sudor y la noche era hermosa, con sexo, con fútbol, con música, con una mujer ardiente y otra victoria.

Aquella jornada en que los estudiantes chilenos protestaban por lo justo, pensaron que la noche había y debía seguir siendo el mejor regalo que ambos se podríamos dar. La historia era tan bonita como la de aquel guerrillero que mataron en nuestro vecino país. La historia era tan bonita como la partida de un Ferrari o un descubrimiento científico.

Era una situación demasiado extraña para un vagabundo. Uno de esos hombres que se hicieron hombres, saltando y saltando obstáculos. Era una situación extraña para un “perro vagabundo”.

Ese había sido el último calificativo dado por mi anterior amor-tortura. Y aunque creo que la vida se detuvo para mí, en aquel momento, aún espero y mantengo Todavía quiero ver ese artilugio templa en su femenina muñeca y oler aquel perfume; ese de la despedida.

Denisse lo mira sonriente y dice:

* Debo irme.

Fue en ese preciso instante en que comprendió que el idilio había terminado. Y que ambos debían seguir la existencia que os merecían. Me di cuenta que aquella mujer de trajecito negro, olor a perfume caro y zapatos taco alto, se marcharía para nunca más volver.

Comprendí que la muerte estaba regalándole una nueva posibilidad de pisar su lápida y caer lo más bajo que un “perro vagabundo” puede caer. Acepto la derrota hidalgamente y endulzó aún más el amargo café que tomaba. Precisamente como para matar a un diabético.

* Adiós, le dice.
* Chao, nos volveremos a ver.
* No, contesta inmediatamente.
* Mi marido no lo permitiría, sentencia y se va.

Personalmente nunca me han gustado las despedidas. Las dejo cuando asisto a un funeral y creo que a mi amigo tampoco, sabiendo que esta fue de una mujer. De una de sus victorias.

Mi vagón se volvía a iluminar y ya era hora de almorzar. Mi suerte no estaba conmigo porque ambos teníamos una discordia de años y heridas abiertas que todavía no cicatrizan.

Todo cambió cuando al subirme a un vagón en la estación Baquedano, la vi.

...No lleva puesto aquel reloj.

Solo un Recuerdo.


Solo un recuerdo y una triste canción, le dejaste en esa noche fría. Le miraste a los ojos y una lágrima cayó desde sus pupilas dando a entender que ese fue el gesto más elocuente que un tipo de esa calaña puede ofrecer.

Fue el gesto que manifestaba que estaba aceptando el error y también la inconmensurable agonía de su pena. La lluvia que cae y te alejas de ese corazón que se seca lentamente como la ropa que está colgada.

Suplicó el olvido como el mismo Cobain en “Smells Like Teen Spirit”; dándole la espalda y destruyendo su alma.

Mi amigo lo intentó todo. Quiso quererte, protegerte, adorarte y por supuesto amarte. Porque me comentaba que el estar contigo era una despedida momentánea; el recuerdo más próximo para el mañana que se aproximaba. Su chiste de turno.

Y tu alma le grito en pleno secuestro que el estar contigo era una inevitable despedida sin un maldito final. Lo quebraste y lo hiciste retorcerse en el suelo de dolor. Por un maldito suspiro. Y las coordenadas más exactas son el total desconcierto y la señal de lamentos. Ambos lo intentaron todo.

...A su manera.

Por una Quilmes.



Hoy tenía una cita con el infierno y debo contarles la verdad: No llegué. Era a las 8:00 de la mañana de un día cualquiera. No fue porque no haya querido si no que me equivoqué de camino; tomé el más fácil, aquel que no te mata y te hace más grande. Aquel que te llena de esperanzas, de ganas de otra oportunidad.

Necesitaba cambiar de ánimo, así que agarré mi “equipaje de mano” y saqué un boleto para la Argentina. El viaje fue intenso, largo, tedioso. Solo me acompañaban mis ganas de olvidar mi particular forma de enfrentar mi existir.

La llegada fue hermosa porque Argentina estaba mojada. Llovía copiosamente en la estación “Retiro” y en sus calle aleonadas por personas buenas caminé algunas conocidas cuadras para abordar el tren que me llevaría a mi destino; al “Tigre”.
El trayecto no había cambiado mucho, caras trasandinas me miraban y me reconocían. Me señalaban como aquel “Shileno” que arrancaba de su pasado para crear otro. U otro infierno.

La 197 con Ruben Dario era la primera pista. La calle Ricardo Guiraldi era la segunda.El “remise” me había dejado y cobrado 2, 35. Tuve que esperar largas dos horas para a lo lejos ver correr a aquella niña que se había transformado en mujer.

- Hola mi rey, con andás.
- Bien y tú. Le contesto.
- Acá echándote de menos. Me dice y sonríe.

Y los días pasaban y los días seguían pasando. Lentos pero seguros. Nadie me reconocía, sólo ella, Norma.

La cumbia “vissshera” sonaba en cada rincón de aquellas calles. “Garças” disfrutaban y me miraban cuando me paseaban con la mina más linda del barrio. Cuando caminaba con la colorina de labios rozados.
Juanito era su amigo. Una mañana me llevó a la cancha a mirar a los “Potros” el club del barrio. Fue en aquel lugar que conocí al “Negro”.

Peloteaba por la “Quilmes” que le paraban los dirigentes del club. Militaba en todas las series. Incluso lo buscaban de apartados lugares para que jugara por ellos. Lo hacía siempre y por la misma razón, por una “Quilmes”.

Juanito me decía que el “Negro” había jugado en Boca, en River, en Racing, en Independiente. Que pintaba para estrella. Que era un "Crack". Se decía que era mejor que el mismo Maradona. Después de tanto tiempo puedo confesar que aquella historia pudo ser cierta y quizás para la actividad hubiese sido mejor. El “Negro” jamás probó ningún polvo.
...Solamente cerveza.

viernes, mayo 26, 2006

La Sirena


Todos los martes durante un año he sido testigo de la aparición de aquella hermosa mujer en la roca más alta de la playa. Surge teniendo ese encanto sublime que derrite a los pocos que nos atrevemos a mirarla.

Su recorrido lo veo con solo imaginarla. Esos dientes albos como los de mi montaña, son el fiel reflejo de lo que es... Mitología.

Nadie conoce su nombre. Nadie sabe con exactitud donde respira. Los hombres de este pueblo la respetaban por hacer de ellos, frías soledades. Así, como el reflejo de los pensamientos de borrachos marineros.

En mi caso, espero desafectarme de ella. De aquellas miradas oscuras y rengas. Quizás lo que convenga en este momento es cerrar la ventana, apagar la luz y entender que ella es sólo la prostituta de la esquina...

Carta de un Nonato


Querida Mamita:

Espero que al recibo de esta misiva te encuentres bien junto a los tuyos. Me animé a escribirte esta misiva errante, porque quiero que sepas que da lo mismo el que nunca me hayas sentido en tu vientre y que nunca me hayas abrazado ni besado. Quiero decirte que es a ti y solamente a ti que quiero rendirte mi homenaje en el día de algunas madres.

No sabes cuanto me gustaría poder estar a tu lado, en tus brazos y no sentirme tan lejano y perdido en este lugar oscuro al otro lado de tu vida. No sabes cuanto me gustaría en este día, estar cerca de ti. Sé que tú no puedes verme, aunque yo estoy a tu lado siempre, tan cerca que a veces me parece tocarte y estar unidos bajo ese vínculo que nunca ha de romperse.

Por eso hoy quiero decirte que eres la mejor madre que podría tener. Sé que nunca has recibido mi beso ni mí regalo en el día de las madres, aunque seas una madre en el mundo de los imaginarios. Sé que lo mereces, y aunque mi voz no exista y mis ojos nunca hayan visto la luz, quiero hoy decirte sin palabras, que te quiero.

Que tu amor y tu fuerza me mantienen día a día aquí, tan pegado a ti. Tengo miles de palabras que guardo para ese día, ese maravilloso día en que no sienta tanta agonía. Ese que tu harás realidad, porque ese día, que ha de llegar, cuando tu me mires y yo te sonría, sabrás que éste siempre será un secreto entre los dos.

Quiero que recuerdes siempre que todo puede ser peor. Y cuando fallen tus fuerzas, cuando ya no puedas más, cuando hayas decidido abandonar, cuando tu cuerpo este cansado y dolido y tus lágrimas llenen tu alma y tu corazón, debes recordar que siempre estoy aquí, que siempre estaré aquí, llenando tu corazón y tu memoria, dándote fuerzas y fe, y aunque jamás podamos vernos, debes saber que siempre viviré en tus manos y en tu alma, en tu sonrisa y en tu corazón, y en cada cosa que hagas.

Dile a mi padre que le quiero y le respeto por sobre todas las cosas. Y que también deseo que me cargue en sus fornidos brazos y me lleve algún día subido en sus hombros, coméntale sobre las ganas que tengo de correr hacia sus brazos, prométele por mí que la primera palabra que aprenderé será a decir papá, y dile que añoro el abrazarlo mientras duerma y darle un beso de mi parte. Dile que está obligado a quererte por los dos y que es el héroe que hay en mí.

Dile a tus amigas de tu oficio que conmigo están sus hijos, otros ya se marcharon con alguna de ellas, los demás deseamos estar con vosotras pronto, pero mientras llega ese momento, un beso en el día de la Madre. Tu hijo que nunca has sentido en tu vientre.

Cuando era Grunge...


Hoy en la mañana miraba antiguas fotografías que quedaron de antiguas historias. Obviamente turbaron mi mente que está debilitada porque no encuentra las herramientas necesarias para que inevitable e irremediablemente mis mejillas sonrían.

En ocasiones me compadezco de mi mente, pues creo que tiene una notable misión. Difícil lidiar con amores incompletos y constantes desencuentros con el sexo opuesto.

Me afecta que para muchos son el “sexo débil”. Para mí no.

Que me dirían de aquella reflexión que dictamina que juegan fútbol, conducen los destinos de esta nación, son capaces de manejar la locomoción colectiva, son necesariamente lo más hermoso del mundo o simplemente llevan la manija de los mismos amores incompletos.

Y los pobres soldados caminamos tras estas "comandantes en jefes", que nos lleva por el camino de la soledad necesaria. Y nosotros le damos la sangre. Jugamos a ser felices y buscamos lo que ellas necesitan.

Que diría Neruda si la Dictadura de ese horrible Chileno, no lo hubiera perseguido, fusilado intelectualmente, acorralado, cercado, y matado. Como sería su prosa en este momento en que el destino no está asegurado para nadie más que para ellas.

Si ayer mismo tuve que ponerle mi hombro a un amigo para que llorara porque no lo quieren. Y la señorita de turno, eligió a otro galán para arrendarse la vida. Y curiosamente estos dos "Adanes" son íntimos. De años.

Y perdón si este artículo-vida es muy contradictorio, solitario, reflexivo y fuera de todo control emocional (Como me dijeron en algún Blog), pero es la verdad. Aquella que habla de un tipo que hoy en la mañana se encontró de casualidad con aquellas fotografías que lo sacaron de la feroz muerte en la que se encontraba.

Este artículo no pretende reivindicar años mozos que quedaron en aquellos retratos, sino que todo lo contrario. Pretende manifestar abiertamente que lo más notable que te puede haber pasado es precisamente lo contrario. Y hoy en la mañana miraba antiguas fotografías que quedaron de antiguas historias, así como cuando era Grunge y mis partituras no estaban inconclusas.

jueves, mayo 25, 2006

Con mis Amigos...

En este último año de mi vida, con mis amigos hemos instaurado una particular constantemente. Esta se relaciona con la inexplicable posibilidad de jugar a ser felices y a ponernos en distintas perspectivas. Por ejemplo, ayer jugamos a ser poetas y lo que salió de ese recreo, fue soñar que éramos grandes, vistosos, tranquilos y lucidos.
Surgieron distintas formas de expresión, no nos importó el hipérbato o el retruécano, tampoco que el texto fuese coherente, porque ser poeta no es ninguna maravilla, no es un premio al esfuerzo ni tampoco la rendición de los sueños, ser poeta es una ilusión maldita de los muertos, un nacer cuando se muere. Al poeta nadie lo quiere, tampoco se le entiende, ni se le pregunta, él poeta es un ciego con los ojos bien abiertos, pero con la mirada perdida, los poetas no tienen ojos ni manos. Carecen incluso de músculos cardíacos, no poseen sentido del tiempo ni del espacio. De que sirve una buena rima si tú no la escuchas ni la bailas, de que me sirve un buen soneto si no lo entiendes. Como dije antes de que me sirve un hipérbaton o un retruécano si estas tan lejos, para que ocupar contigo la poesía si ésta nunca te traerá a mis manos, tampoco te hará sentir piedad, ni amor, ni miedos. Ser poeta es la forma más ridícula de enfrentarse al otro, además hacer poesía cansa, entristece, deprime, uno llora, se emborracha siempre en algún clandestino lugar, con personas que jamás conociste, té ocultas de la realidad que te tocó vivir. Esa realidad jamás la comprendiste, tampoco fuiste parte de ella, porque por lo general la poesía es de uno y sus problemas, la poesía no entiende de penas, quizás porque ella es la pena mayor. Ayer por ejemplo té vi, yo jugué ping pong porque soy un imbécil, y tú estabas allí, sentada en ese banco con tu gente y yo con la mía, tan plena y yo tan acompañado, quizás esa es la única manera que tú y yo tendremos para relacionarnos a varios metros de distancia, ocupando solo los ojos para vernos y sentirnos, tú con tu cara de princesa entremezclada con tus amigas y yo tan acompañado. Y mis aliados reirán de este pobre payaso que le escribe al amor y ocupa la forma menos real para garabatear, ocupa la poesía.
Quizás mis amigos se reirán de este estúpido enamorado cuando les cuente que por velar tus sueños fui golpeado y mal herido, o tal vez esos personajes que se hacen llamar mis amigos me transformen en el hazmerreír del curso. Muchos de los poetas mascan el mismo chicle que yo, mascan las mismas manías que yo poseo, con la diferencia aberrante de que mi nombre lo conoces y lo haz pisoteado tantas veces en silencio. De que me sirve una buena metáfora si en ti no provoco las ganas de besarme, de abrazarme y decirme “Te Quiero”. De que me sirve vivir soñando y desnudándome a cada segundo frente al papel... Quieres que te diga algo, al papel eso no le gusta porque él es verdadero está ahí en mi escritorio, esperando que yo sea honesto conmigo y contigo, al papel eso le cansa, le cansan esas estúpidas frases que solo yo y él entendemos, por eso la poesía no sirve, porque es cruel, pero a la ves verdadera, es la trampa más infalible para cazar y conocer a un bipolar o tal vez es la única forma que tenemos con mis amigos para comunicarnos. Sabes otra cosa, besaré cada paso que des en está humilde vida, a lo mejor lo haré con un suspiro, porque es la forma que he encontrado para hablarte y sincerarme. Es la única forma que tienen los cobardes como yo para decir “Hola, como estás”, es la manera más correcta de pasar desapercibido por la supervivencia, mirándote y mirándote y sólo mirándote, sin decirte nada, ni siquiera un “Hola como estás”. Creo que esa es la forma para que te des cuenta que muero por un beso, una palabra, muero por tú compañía, quizás si me regalas mis sueños yo te regalé mi nombre para que vuelvas a vivir o tal vez te haga una poesía.

A Mi Blanca Flor...(Gracias por sus Carbonadas)


Muchos son los recuerdos que vienen a mi cabeza, hay olores, sabores, gestos y consejos. Como olvidar por ejemplo mi despertar un día domingo cualquiera, escuchando a la señora Alodia Corral y su clásico programa de tangos. Eso mis amigos no se olvida, como tampoco se olvida el resto de esta historia que a continuación les relato...

Empezaba el año 90, ya hace trece años atrás, yo vivía en una población típica de Santiago, caracterizada por borrachos conocidos, vendedores de drogas, putas baratas y también gente de esfuerzo. Era más bien una población olvidada, con una calle principal rota y erosionada por el correr de las micros. Era una población relegada por la municipalidad.

Mi abuela Blanca era, es y será hermosa, tierna, rechoncha y pequeñita, con una mirada dura y un peinado estilo señorita de los años veinte. Su olor a carbonada recién hecha lo siento por todos lados, incluso ahora que me separé de ella por destinos de la vida.

Al escribir este relato veo su mirada, sonriente pero gruñona, ya han pasado tantos años que no la noto y aun la recuerdo, intensa, penetrante como reclamando por lo injusto o lo no valorico, como soñando a ser mujer. Por algún instante siento que vuelvo a ser un niño dispuesto a ser mimado por esta bella mujer y malcriado por el destino.

Sus manos regordetas y viejas le otorgaban una altivez humilde de mujer trabajadora, de mujer padre y madre, de mujer de esfuerzo y sueños, de mujer luchadora, de mujer chilena, de una mujer que crió a sus hijos (mis tíos y tías), con la más exquisita carbonada, así como lo hizo conmigo y mis sueños.

Cuando cumplí doce años recuerdo que una imagen venía corriendo rápido hacia donde estaba yo, ahora de viejo comprendo que era mi adultez, esa misma que ahora niego tajantemente y por completo con mis actos de “chico rebelde” y que les expongo en este relato dedicado a mi Blanca Flor.

Este texto no quiere sino que enaltecer a esa bella mujer que por años alimentó viva la ilusión, mi ilusión, a esa mujer que me enseñó valores, principios y matemáticas. Como olvidar esos maravillosos coscorrones que recibía cuando inconscientemente tiraba mi pelota a su jardín y rompía sus claveles, rosas, lechugas y violetas, como olvida a esa mujer que crió a once de mis tíos y por supuesto crió a la más importante, mi madre.

Como olvidar a esa mujer que soportó a los militares en su casa y dormitorio, tan solo por esconder lo que para ella era honesto, así como lo es para mí ahora. Como olvidar esas historias que hacían volar mi imaginación, historias relatadas con sentimiento recostados en su antiguo colchón, historias de amor y dolor, historias de aciertos y errores así como la vida misma. Historias de golpes propinados por el amor de su vida o historias de cenicientas provocada por familiares en sus años mozos.

Un día por ultima vez vi a mi abuela, la misma que trató de corregirme y no pudo, o más bien dicho se canso. La misma que me amó con todo el amor que tenía y sabía dar, la misma que me alimentó después de mis manadas deportivas con su sabrosa y delicada carbonada.

Fue en una mañana, una lóbrega mañana que ya no quiero recordar, la blanca se levanto de su añoso colchón, me tomó y apretó fuerte con sus rechonchos brazos, dejándolas marcadas en mi piel, con esa noble acción comprendí que el amor era malo, con eso comprendí que el amor es triste, con eso comprendí que el amor es solitario.

Me puso de pie, secó mis lágrimas, desordenó mi cabello, miró mi cara y dijo.

- ¡Tienes que venir a verme algún día! Te quiero mucho hijo. !Te quiero mucho mi niño!

Ahí comprendí que ya nunca más la vería, esto por que mi adultez ya se había apoderado de mí, obviamente tendría menos tiempo para otra vez saborear esa fresca y humeante carbonada, obviamente no tendría tiempo para una veterana del siglo diecinueve pero con un peinado de los años veinte. Se supone que debía tener más tiempo para carretear y drogarme con mis amigos, debía tener más tiempo para pololear o conquistar lolas, ese era el preámbulo final de mi niñez y el comienzo de mi adultez.

Era el final de esos recuerdos, de esas enseñanzas, de esos amores, en ese momento comprendí que era el momento de caminar solo por distintas calles erosionada por las micros que circulan sobre ellas, comprendí que no almorzaría por ejemplo y que solo me conformaría con un cigarrillo, comprendí que si quiero carbonada debía hacérmela yo.

He tratado de ser lo más digno y consecuente con mi destino, gracias a mi abuela comprendí que mi cariño vale la pena, gracias a mi abuela deje de llorar, gracias a mi abuela estoy estudiando y no me drogo. Mi abuela en este momento debe estar tomando té con canela, quizás no debe tener parafina en su estufa o posiblemente le deba estar preparando una carbonada a su nuevo acompañante, su perro “Lucas”

Lamentablemente hay muchos niños que jamás verán sus ojos, como yo los vi, jamás tendrán esa maravillosa oportunidad de llamarla abuela, tampoco tendrán esa dicha de probar esa carbonada. Muchos de esos críos jamás tuvieron abuela, quizás nunca rogarán a Dios que llegue a su lado cuando mis manos y otras tres más, abrasen y carguen con dolor extremo su ataúd.

He tratado de ser el que no pudiste corregir o malcriar, pero sabes que abuela, comprendí que cuando viejo, me gustaría ser como usted.

miércoles, mayo 24, 2006

El Músico de Jazz




Cuando la conocí tenía 16 años. Fuimos presentados en una fiesta, por un amigo que decía ser aquello. Ella era maravillosa, dulce, tierna, sencilla, además me representaba absolutamente en lo que en aquellos momentos necesitaba.
Por aquel entonces mi vida estaba llena de complicaciones. Por una parte se encontraba arraigada una mujer, la cual no me quería como yo la quería a ella. Estaba también la discordia de la vida, es decir saber si lo que estaba logrando era realmente lo que deseaba.
La música era mi única compañía. Los muchachos de la banda eran mi familia. El estar solo en Santiago es difícil, sobre todo cuando las posibilidades económicas no se abren, además de encontrar el amor. Cuando mi amigo Alfonso Domínguez me presentó a aquella señorita blanca como la nieve, hermosa, cristalina fue amor a primera vista.
Ella me enloquecía. Nuestro amor llegó a un punto, que ya no conseguía vivir sin ella. Pero era un amor prohibido. Digo prohibido básicamente porque me costaba estar sin ella, pero cuando la tenía las mismas complicaciones que me ayudaba a superar me hacían odiarla con todas mis fuerzas. Sabía que mis padres no la aceptarían.

Fui expulsado del colegio y empezamos a encontrarnos a escondidas. Pero ahí no aguanté más, me volví loco. Yo la quería, pero no la tenía. Yo no podía permitir que me apartaran de ella. Yo la amaba: destroce el auto de mi viejo, rompí todo dentro de casa y casi maté a mi hermana. Estaba loco, la necesitaba. Hoy tengo 39 años; fui un gran músico, toque el bajo por todo Chile, con mi banda “Manfredo´s Jazz”, ganábamos mucha plata. Toda ese dinero lo mal invertí, me enamoré de una “barrio bajera”. Aposté muchas veces a los caballos. Me junté con los rufianes más malos y desgraciados de todo Santiago.
Lamento sincerarme de esa manera, conocí lo más bajo que una persona puede conocer. Ahora estoy internado en un hospital, soy inútil y voy a morir abandonado por mis padres, amigos y por ella.

Su nombre se asemeja a las fantasías, a la locura, a la maldad, a la droga mas nefasta que se encuentra. Aquella señorita la cual les relato se llama Cocaína.
Si, la señora cocaína, la coca, el polvo, o como quieran llamarla me mato las ganas de sonar. Me quito mi talento para interpretar mis canciones. Y lo que me tiene más triste es que me cagó la vida.

Me dejo sin mis padres, sin mis amigos. Mi mujer se fue con otro. Estaba completamente solo. Escuchaba la música más triste que poseía. Me sentía realmente solo porque todo había terminado, me quedaba sin el amor de mi dulce Daniela, no tenía ganas vivir. Para mí, ya no salía el sol como antes. Mis ganas de droga eran más fuertes que mis ganas de música.
Mi pasión se había ido en cada rincón de esos lugares que frecuentaba. Mi locura y mi obsesión eran realmente mi condena, la maldición del polvo blanco me había matado. Tuve ganas de liquidar mi existencia mil veces. Tuve ganas de acabar con esta patética vida. Deambulaba por las calles del inhóspito Santiago, buscando respuestas.

La poca plata que tenía, la gastaba en putas y penas. Además del consumo habitual que debía tener. El cuerpo me lo pedía. Un día caminaba por Macul con Américo Vespucio, muy cerca donde vive mi amada Daniela. Fumaba el último cigarrillo de mi cajetilla.
Deseaba encontrarme con mi dulce flor. Eran las siete de la tarde de un día cualquiera. Al estar pendiente de esa casa ubicada en la calle Tejas Marbella veo salir a mi musa con su actual pololo.

Un tipo alto, flaco, narigón, con un pircing bajo sus labios, un muchacho estilo Lucybell, o algo así. Eran felices, así se veían, justo en ese momento llegaba la eutanasia de un amor nuevo. Justo en ese momento a mi cabeza vinieron imágenes y palabras de gente. Ahí me di cuenta que no soy un pesimista, sino que un optimista bien informado.
Mi existencia cambio radicalmente, más era la angustia, sin su amor mi vida era como un camino sin final. Sería como un amante sin amada, una puta sin dulzura o un invierno con sol. Sería un chileno feliz, un Santiago limpio, una madre sin amor. Un Maradona sin drogas, un Andrés sin pasión, o una Daniela sin Andrés.

Mi alma era distinta, mucho peor de lo siempre fue. Por algún instante sentí que era el momento de terminar con este dolor. Caminando sin rumbo me encuentro con una mujer. Me ofrecía un ramo de flores. Yo le ofrecí mi pena, mi eutanasia, mi fatídico amanecer.
Ya era la hora, la muerte me esperaba, me habría la puerta de su casa, me señalaba el lugar exacto donde mi humanidad acabaría. Me recitaba un párrafo de una canción, me comentaba que ella tenía el poder, y que está tan segura de vencerme que por esa razón me había dado la vida de ventaja.

Mi muro nocturno estaba feliz, ya no tendría que trabajar, las putas llorarían mi partida y mi no cancelación de sus servicios, sus cuencas nunca más tendrían el placer de conocer mis labios y mis labios ya no serían mísiles mortales, dispuestos a matar o morir.
La muerte me llamaba, se acercó, tomó mi mano y me llevó a una realidad tan profunda como las cristalinas costas chilenas. Se que la lluvia caerá, para después ver al sereno. Se que mi madre llorará la partida de su oveja negra, quizás mi viejo también lagrimeará recuerdos y no estará en mi entierro mortal.
Solo sé que morí por lo justo, solo sé que al entender el amor debo partir por decir que la letra “A” es sin y “Mor” es muerte, el amor es la no muerte de algo, solo sé que las dos princesas causantes de mi final no sabrán que deje de existir y para ellas solamente seré un mal recuerdo.

Encuentro.


Se suponía que sería un fin de semanas como todos los demás. Tranquilo, sentado en aquella mesa que conociste, bebiendo de la misma cerveza negra y conversando con las mismas personas. Pero no fue así.
Apareciste, como eres, silenciosa y espontánea; tranquila y furibunda. Majestuosa y bella, sonriente y con sonrisas, transparente y brillante. En síntesis, mágica.

Como aquella última caperucita que había conocido y de la cual soñé que se ocuparía de mi casa y de la vuestra. De aquella caperucita que llora constantemente porque no puede volar con alas propias y busca el consuelo en las piernas. Esas propias lluvias oscuras de las cuales arrancamos constantemente.

Y te sentaste en aquella mesa, que conociste; al lado mío, como adivinando que mi nerviosismo sería una vez más mi error. Mi fatal error al interactuar con una mujer, con una princesa.

Tu rostro de perfil me mostraba solamente un espacio de tu alma, de tu inquietante alma. Tu rostro de perfil, me mostraba a aquella mujer de la que no me acuerdo. Esto, ya que apareció en el mismo instante en que te dije “Mi disco preferido es Principio de Incertidumbre, y mi canción favorita es Vértigo...”. Toda una tontera.

Y en este mismo momento en que té relato mi actual historia, suena aquella canción. Aquellas manos, aquella mujer, aquel invierno que no paraba de llover, perdona que llegue tan tarde, espero saber compensarte...”.

Y tú rostro lo conocí en el instante en que te bajaste del auto de mi amigo; allí conocí, tu porte, tu estampa, tus dedos y tus ojos. Allí me dije que era un afortunado al compartir la velada contigo, y en un vértigo.

Y el sábado fue ídem. Nervioso por los ojos de tu madre que miraban los míos cuando hablábamos. Y por aquel amigo, que conversaba de intelecto a intelecto. Por tu hermano menor que comía papas fritas o simplemente por mi amigo que miraba mi risa, mi alegría por estar allí, sentado otra vez al lado tuyo y en tu hogar.

Y la noche pasaba y pasaba. La plática fluía y fluía. Y mis ojos te miraban y brillaban. Y tus ojos me miraban y se ensuciaban. Pensé en mil cosas mientras hablabas.

Pensé en que era el momento de invitarte a mi vida para compartir caricias al hablar, agitadas siestas despiertas, alguna poesía o sopas de cebollas. Pensé que era el momento de mostrarte mi personal historia, mi mágico lugar llamado simplemente, “soledad”.

Pensé en por fin dejar el miedo en la noche y a la intemperie, para que el viento sur lo llevare tan lejos como pueda, y encontrarte en una nueva partitura, sin tus ecos, sin los míos, para recibirte cada día con más ganas y por supuesto sin pensar en lo eterno, que es la trampa.

Y luego de tu extraño mensaje de trasnoche, me inventé un posibilidad de conocerte, me inventé un cariño irracional, inventé un dolor que preguntaba por tu nombre.

Me inventé un sabor que no tengo, un llamado que no hiciste, una cadena perpetua y un destierro en tu corazón. Inventé un dolor desconocido, inventé un millón de amigos, inventé que era un gran bailarín, y que vivías frente a mí.

Inventé también un calor sin sudor, inventé que tus labios me sonreían y me mostraban una atadura de sentimientos, inventé que sería un buen comenzar el mes de los gatos, me inventé una fotografía y un camino a tu corazón.

Pero sé que la realidad es otra, porque al escribir esto, mis rodillas tiemblan como la jalea de mi madre, además, sé que con la música de Serrano a ti té vasta. Y necesitas a un amigo.

Y yo cerraré mis ojos y comenzaré a soñar que tú venías y apagabas el CD. Soñé que últimamente ando perdido y tengo un vértigo y además me enseñaste a otra vez amar tanto la vida. Tú me salvaste.

Y que somos una extraña pareja que se conoce. Y que en la zona cero tenemos una tierna y dulce historia de..... (Amigos).

Y aquellas tardes donde juntos a pájaros en la cabeza vivíamos cien días. Y borrábamos el principio de incertidumbre y las madres de la plaza de mayo se olvidaban de su pena y nos aplaudían. Y nos prenden su luz.

Y mi papá me contaba otra vez la misma historia, aquella historia que se relaciona con la forma como se debe tratar a una mujer. Eso de que se debe ser siempre un amigo, un hermano, un camarada, y a veces un hijo de puta. Se debe estar pendiente de la luz de la señorita de turno. Y amarla como no se pueda, es esa la forma como mi padre me ha enseñado a hacerme de amigas. Sólo amigas.

Pero volví a la realidad ya que me di cuenta que con la música de Serrano cerraba mis ojos y comenzaba a soñar que tú venías, apagabas el CD y me perdonabas por estas incoherencias que hoy te relato.

Y la realidad llegó, rápido, furiosa. Como dispuesta a seguir fumándose mi existencia. La realidad me mostró que no soy digno de nada, ni siquiera de un suspiro, ni siquiera de inventarme cosas. Porque creo estar pagando mis culpas de antes. De mujeres.

Y yo te dejo con tu vida, tu trabajo, tu gente, con tus puestas de sol y tus amaneceres. Sembrando tu confianza. Te dejo junto al mundo, derrotando imposibles, segura y asegurada.

Te dejo frente al mar, descifrándote sola, sin mi ayuda, sin mis preguntas a ciegas y sin mis respuestas rotas. Te dejo sin mis dudas, pobres y malheridas, sin mis inmadúrese y sin mi veteranía.

Pero no creas a pie juntillas todo, no creas nunca en este falso abandono, porque estaré donde menos lo esperes; por ejemplo, en un árbol añoso de oscuros cabeceos.

Esteré en un lejano horizonte, sin horas, sin días. Quizás estaré en la huella que quedó de mí. O en la huella de mi tacto, en tu sombra y en la mía. Y perdona por llagar tan temprano y no saber que hacer contigo.

Estaré repartido en cuatro o cinco niños, de esos que tú conoces, observas y enseñas. De aquellos que tú miras. Y enseguida te siguen y sonríen.

Todo esto, para que ojalá pueda estar, algún día de tu sueño en la red, esperando nuevamente tus ojos y mirándote.

Lo interesante de todo es que quedas en buenas manos. En las mejores. En manos conocidas. En manos amigas, en manos hermanas. Lo mejor de todo es que te sabrán aceptar, querer y respetar, tanto o más que yo. Así, simplemente, endulzándote la vida, como se le endulza a un diabético.

domingo, mayo 21, 2006

Me Quedo.


Me quedo con lo nuestro,
Con aquello bello y con aquello real.

Me quedo con tus historias
Sin principios ni final,
Con calles frías,
Con caras cansadas.

Me quedo en silencio
Y aún te escucho.
Te busco y te encuentro.

Me quedo con la poesía,
Más bella escrita,
Con la dulzura las rosas de papel regaladas.

Me quedo con tus manos,
Sufridas, cansadas.
Con amaneceres violentos,
Con musas olvidadas.

Me quedo con mentiras,
Opacadas por besos; los mejores dados,
A orillas de un balcón,
Un balcón imaginario.

Me quedo con olores,
A fresas o herraduras.
Con canciones tristes,
De trovadores sin voz.

Con el agua bebida,
Con cereales devorados,
Y con un reloj sin punteros.

Me quedo con tu amor,
Me quedo con tus ansías, de mujer apasionada,
Con preguntas sin respuestas, con disculpas dadas.

Me quedo en blanco y negro,
Con mi alma destrozada,
Con un adiós resignado,
Y con tu cara en mi almohada.

Me quedo con heridas,
Que aún no cicatrizan,
Con puestas de sol
Nubladas.

Con sonrisas sin dientes,
Con manchas en mi ropa,
Y también en la tuya.

Me quedo con un Dios,
Que no existe.
Con olivos secos,
Con corazones rotos.

Con mi certeza,
Con tu calma,
Con mi agonía y tu mirada.

Me quedo con gritos calmados por tu pasión,
Con tu vida...
Alejada.

Me quedo con invenciones,
Opacadas por tus ojos.
Por tu mirada cómplice.
Con canciones trizadas.

Me quedo en lugares,
Otra vez visitado.
Estando borracho y también alocado.

Me quedo con abrazos,
De saludos y despedidas.
Con amigos conocidos y con estados mentales.

Me quedo con tus miedos,
Olvidados con helados,
En estacionamientos de mall´s; ocupados.

Me quedo con mi vértigo,
Esperando respuestas.
Que nunca llegaron.

Me quedo con tus mensajes,
En mi celular.
De trasnoches y de partidas.

Me quedo con tu vientre.
Recorrido por mis labios,
Con tu sexo,
Con tu amor.

Me quedo con inviernos.
Con tu perdón y con mi llegar tarde.

Me quedo con tus gritos,
Con tus lágrimas.
Con el hombre que te ama,
Y con tus hijos.

Me quedo con las hermosas primaveras,
Que te han de llevar lejos de mí.

Me quedo con mis viajes, Al sur.

Al Arauco escondido.

Me quedo con boletos,
Comprados al cinema.
Y perdidos por tu madre,
Y perdidos con mi pena.

Me quedo con mi eco,
Que te busca,
Que te espera.
Me quedo con botellas.
De perfumes vacíos.

Me quedo con mis nervios,
Que atacaron lo hecho.
Me quedo con mis versos,
Que tienen tu nombre.

Me quedo con mis llantos,
Por no tenerte.
Con mis libros a medio leer y mi prosa a medio terminar.

Me quedo con kilómetros de millas recorridas,
Con mi palomo destruido y con la lagartija hambrienta.

Me quedo con mi historia.
Que comienza a concluir.
Con los chismes de la gente,
Que me quiere feliz.

Me quedo con tus sorbos,
En vasos de cristal.
Lentos sorbos de mujer femenina.

Me quedo con el consuelo,
De haberte conocido.
De haberte perdonado y de haberte amado.

Me quedo con el pan más duro de la bolsa.
Con otoños que se aproximan.
Con viajes enterrados.

Me quedo con tus enseñanzas que calmaron mi pasión.
Con tu figura expuesta,
En bocas ajenas.

Me quedo con tu traición.
Con tu olvido,
Y también con el mío.

Con tus caminatas de la mano,
De aquel afortunado.

Me quedo recorriendo,
Mis recuerdos, tu memoria.
Tus mensajes en mi vida y agradeciendo señales.

Me quedo en silencio.
Como el tuyo.
Con tus historias y con mis fantasías.

Me quedo con aquellas tardes,
Cuando mi alma y la tuya,
Se recorrían desnudas... Creciendo.

Me quedo con tu vibrar,
Con tu esperanza para un mundo mejor.

Me quedo con aquel romance,
Destruidos por tus miedos.
Por tu engaño y por la falta de rebeldía,
De tus ojos.

Me quedo con tus cuadernos,
Y el recuerdo de tu perro.
Con tu obviedad y tu simpleza.

Me quedo desnudo,
Sin mi coraza.
Con mi tabaco.
Con mis pensares.

Me quedo con caminatas.
A destiempo y sin pasos.
Con accidentes para el mundo.
Autoprovocado.

Me quedo con tu adiós.
Con mi ilusión.
Con tu cara feliz y con mi resignación.

Me quedo con mi barba.
Con tu piel tersa.
Contigo y conmigo.
Me quedo solo...


Y en paz...

viernes, mayo 19, 2006

El Cielo Puede Esperar.


Muchas son las experiencias que he vivido, desde que decidí conocer experiencias. Muchas más son las facetas que he tenido que ocupar para indagar en los corazones de todos y cada uno de los que están retratados – a mi manera – en este modesto blog.

Pero esta historia es particularmente atractiva puesto que me llega por donde se mire. Este cuento son aquellas metáforas que siempre se quisieron conocer, pero hay una gran salvedad... no es una historia feliz.

Su nombre es Ismael. Vive en un acomodado lugar a orillas de un cerro en nuestra capital. Y está preso.

Se levanta todos los días a las 5:00 de la mañana, cuando los gendarmes lo despiertan y literalmente, lo echan de su refugio. Camina todos los días por calle Carmen. Compra una cajetilla de Belmont corriente y toma la micro hacia su hogar.

Vive con sus padres. Dos señores acomodados de este país. Juristas. Católicos. Masones y tercermundistas. Sueña con volver a repetir cada historia que ha vivido, con la incalculable condición de que nada está justificado.

Es fanático de Ataque 77 y sus promesas lloran y se fueron de la misma manera que muchos. Llorando “Porque te vas”. No se arrepiente de nada, porque siente que la vida se le va y que el día no vuelve más.

La literatura es su compañía más desagradable en sus noches de alcohol, drogas y sexo, pero es su única amiga que no le condiciona sus experiencias. Sufre de un asco generalizado por todo lo que lleve “faldas”. Y no es gay.

Una de aquellas, desenfrenó su cabeza y lo hizo explorar la más hermosa de las vidas. La de jugar con su destino y su suerte.

Su condena está a punto de salir. Pero debe lidiar con alcohólicos, chóferes irresponsables y delincuentes de poca monta. No estudia nada. No le interesa. Su manera de enfrentar su realidad está a años luz de ser entendida. Y tampoco será contada en esta página. Porque a nadie le interesa.

Sus ángeles caídos están cada vez más olvidados. Demasiado alcoholizado y abandonada para está nación. La muerte lo está esperando y tiene un lugar reservado en el cementerio. Según él, “El cielo puede esperar...”

jueves, mayo 18, 2006


Sentir aquellas vibras que provocamos, aquel día, es lo que necesito.
Una vez más... Para morir...

Necesito saber si es tanto vuestro honor,
Como para que yo, que fui aquel que tanto esperó
Para jugaros por ti y tus problemas...

Mi cerebro está ocupado,
Por aquella risa, por aquella boca,
Por tocar nuevamente esa piel
De princesa...

Y la banda sonora está apagada.
Cadenciosas sonoridades
Aparecen de la nada...

Porque hay en mi,
Locura de muchacho enamorado,
Que vive recordando
y Recibiendo postales de tu olvido...

Un hombre enamorado, que vive,
Y duerme, con los ojos, desesperados...

Porque sé que vine a la tierra,
En una peligrosa misión.

De aquellas que constantemente te matan
Y vine desde muy lejos.
Simplemente para conocerte,
Para regalarte una esperanza,
De algunos meses.

De periferias grises.

Y al despertar sólo, como es mi sino,
Seguiré herrando y herrando,
Como las estrellas en un día de sol.

Porque por lo vivido, hay dos cosas que no olvidaré
Vuestra piel y la forma de mirar
De soñar una canción, agónica,
De aquellas que te manchan la ropa.

Porque siempre estuviste en mí,
En los sueños y en los pecados
En la eternidad de la muerte.

Que me espera, para brindar por compañías.
Y antes de conocerte, yo no era nadie
Tan solo un cobarde, perdedor
De citas y de mañanas
Con espinas y maldichos.

Solo un nómada gitano, al cual tus ojos adiestraron.
Amigo de lo muerto,
De lo agotado.

Porque nací para robar corazones maltratados,
Sueños rotos, poesía maldita,
Ángeles caídos y amores de balcones.

Porque vivo suplicando otra vida
Otra herida abierta.
Otro corazón ocupado y otra historia ida.

Así ciento lo que soy,
Así veo mi locura rebelde,
Aquella locura que por la belleza
Simplemente...

Agacha la cabeza...

viernes, mayo 12, 2006

Hoy me siento aburrido. Algo cansado y con ganas de mandar todo sencillamente a la mierda. La verdad es que no aguanto más esta vida que llevo. Siempre con altos y nunca con bajos...

Debemos ser vulnerables cuando hay que soportar estoicamente la naturaleza de los ojos ajenos, que nos miran y no nos dicen nada. Cuanta rabia tengo por historias pasadas que debe concluir y no tienen explicación. Me aburrí de ser una buena persona y de amar a los que me corresponden en amor. Basta ya, de todos los andamios que hay que subir, para llegar a lo que quieren los demás... Cuando me van a dejar ser, el que siempre debí ser...

Ese hueón huraño y solitario que resucito y murió... esperando... Bueno pero a la mierda con eso... no vale nada. Nunca hay que hacer lo que hice. Y por eso pido perdón.

Siempre es igual...
Amigos que se olvidan de tu cumpleaños. Gente que invitas a tomar una cerveza y no tienen plata. O recuerdos que aparecen en mi almohada. Basta ya¡

Porque a mí. Si no pido tanto...

sábado, mayo 06, 2006

¡ Queda Prohibido ¡


Queda prohibido llorar sin aprender,
Levantarte un día sin saber que hacer,
Tener miedo a tus recuerdos.

Queda prohibido no sonreír a los problemas,
No luchar por lo que quieres,
Abandonarlo todo por miedo,
No convertir en realidad tus sueños.

Queda prohibido no demostrar tu amor,
Hacer que alguien pague tus deudas y el mal humor.

Queda prohibido dejar a tus amigos,
No intentar comprender lo que vivieron juntos,
Llamarles solo cuando los necesitas.

Queda prohibido no ser tú ante la gente,
Fingir ante las personas que no te importan,
Hacerte el gracioso con tal de que te recuerden,
Olvidar a toda la gente que te quiere.

Queda prohibido no hacer las cosas por ti mismo,
No creer en Dios y hacer tu destino,
Tener miedo a la vida y a sus compromisos,
No vivir cada día como si fuera un último suspiro.

Queda prohibido echar a alguien de menos,
Sin alegrarte, olvidar sus ojos, su risa y su sonrisa,
Todo porque sus caminos han dejado de abrazarse,
Olvidar su pasado y pagarlo con su presente.

Queda prohibido no intentar comprender a las personas,
Pensar que sus vidas valen más que la tuya,
No saber que cada uno tiene su camino y su dicha.

Queda prohibido no crear tu historia,
No tener un momento para la gente que te necesita,
No comprender que lo que la vida te da, también te lo quita.

Queda prohibido no buscar tu felicidad,
No vivir tu vida con una actitud positiva,
No pensar en que podemos ser mejores,
No sentir que sin ti este mundo no sería igual

Pablo Neruda.


PD: Publiqué este texto porque no es mio... Y porque es una muestra más de lo que nos prohibimos...

miércoles, mayo 03, 2006

A veces creo no entender ninguna de las historias que me han contado en la calle. Constantemente camino esperando respuestas que tampoco llegan. Me pregunto si aquellos individuos creen en los amores a primera vista. Yo siempre me he preguntado si existen otros.

Hace unos años viví una de esas historias de adolescentes que aman a solo una mujer. Las demás no existen, no son nadie. En un bar de Santiago de Chile, un hombre tomaba una cerveza y me contaba el siguiente cuento:

Yo, me enamoré de una ventana. Trabajaba en el octavo piso de un edificio, muy cerca de su hogar. Un día estaba con la mirada perdida por el smog de esta contaminada ciudad, cuando bajó la mirada del cielo a la calle, o más bien del smog al cielo, y allí estaba ella.

La dulce muchacha (obviamente su nombre es otro, de belleza soberbia, de mirada perdida; de putos modales, de nefastos comentarios; de presencia mal herida, de tonteras cómplices. La más linda de todas. Y la más perversa también.

Cruzaba la calle y a su paso se detenía toda la ciudad. En un solo instante su chaleco rojo intenso, mostraba a los transeúntes que ella no era nadie más que una muchacha solitaria. Que buscaba lo que jamás encontró, que miraba sola desde la calle, aquellas propias historias de penas. De muertes.

En frente, había un edificio que se encontraba en obras y todos los maestros paraban su acelerada construcción simplemente para verla pasar. Para observar a aquella niña mujer. Y los martillos dejaban de sonar y se transformaban en una dulce melodía para los oídos de ellos y de todos. Era una señal de modestia, de sueños y también de cansancios. Aquellos maestros en la obra paraban su trabajo y los piropos no aparecían por respeto a lo que significaba esta mujer de caminar errante y putos modales.

Un trabajador estuvo tentado en lanzarle desde lo alto de aquel futuro edificios de departamentos, un ordinario piropo, entonces el que estaba al lado le dio un codazo para que aquella escena no de diluyera por la estupidez varonil.

Tal era el silencio litúrgico que producía aquella muchacha que escribiendo está crónica lo siento venir desde la vereda de enfrente a mi hogar. Y la música del mismo trovador a dejado de sonar. Creo que el también la mira.

Y mi amigo se quedó embobado mirando a esa dama; que imaginó iba a lo suyo, pensando quizás en aquellos adoquines olvidados de la época colonial. O tal vez de los amores no correspondidos. O que se yo...

Se quedó embobado mirando a aquella mujer como se devoraba a la ciudad en su lento y cadencioso caminar. Y supo que nada sería igual.

A la mañana siguiente, y luego de haber estado toda la noche pensando en ella, mi amigo se asomó a la ventana y allí la encontró, y aquella cita era diaria, aquella cita se convirtió en una obsesión para mi amigo. Claro está, pues él jamás había sido correspondido por una señorita. Jamás había podido contar la más hermosa de las historias.

Mi amigo se asomaba a la ventana justo y siempre a la misma hora en que la dulce Muchacha caminaba y pensaba bajo el smog de santiago, que nueva experiencia le depararía su nuevo trabajo en el restorán de la esquina...
...Continuará

lunes, mayo 01, 2006

Marinero de Neruda


Una gota de tus ojos, serán por siempre la bendición de mis calamidades. Y ya la banda sonora de mi vida está cada vez más apagada. Ahora que estoy tratando de concentrarme en algo. En hojas aparecen raros pensares. Como por ejemplo que sabías que yo no tengo manos que recojan mis lágrimas, no tengo penas, porque la pena mayor eres tú. Tampoco tengo dedos que cierren mis ojos al momento de morir...

Sabías que yo camino errante cargando este montón de vida, que llevo pegada a mi alma. Nada sacia mi sed. No hay ni una gota de sangre que me salve del Averno...

Además, cada cierto tiempo bajo a las tinieblas para poner flores rojas sobre mi cadáver. Esto porque soy un ángel sin alas que rápidamente cayó hacia él vació y murió en soledad. Triste, apagado, sin una gota de rocío, solamente con el fragor de sus sollozos.

Es por esa razón que quiero ser el que lave tus penas y te llene de sonrisas.

Quiero ser quien te llene de sueños que se hagan realidad. Quiero ser quien té de agua para que sacies tú sed, quien entienda tu delirio.

Ser la voz que resuena en tus oídos. Morir cada vez que pronuncies tu nombre. Vivir incrustado en tu pecho...

Por favor, déjame ser entero en tus venas.

Para poder vivir mis últimas calamidades. Para poder mentirme y creer que sí me amas y que la poesía me ayudó a conquistarte. Quizás para creer que Eros se acordó de mis plegarias nocturnas y después de la celebración de mi natalicio té quedo gustando mi beso amatorio.

Quizás pienses que soy un héroe al querer rescatarte. La verdad es que soy yo quien debe ser rescatado. Porque ya no creo en nada. Ya no soy nada, ni siquiera un delirio. Ni una gota de tú sed. Todo esto, porque aprendí que el dolor que no te mata, te engrándese.

Porque fue el crepúsculo de un nuevo día quien me mostró que mi tronco al fin se acostumbró de tanto soportar mi pena. Porque me aburrí de sollozos silenciosos y ya nunca más seré como los marineros de Neruda que besan y se van...

Así que tú eliges...

Mi Abuelo y su Pasíon.


Mi abuelo acostumbraba a pedirme que lo acompañara a recibir su pensión.
A mi me encantaba, ya que luego de que hacía su tramite, me llevaba a los juegos “Diana”. Estábamos toda la tarde. Cuando regresábamos mi abuela se enojaba porque nunca llegábamos sobrios. El de cerveza, yo de diversión.

Hoy mi abuelo ya no está. Disfruta de alucinantes brebajes con Dios. Yo soy adulto y aún paso a recordar como era divertirse... Tomando cerveza.